Desde la semana previa a las festividades de la Guelaguetza, organizaciones sociales de Oaxaca se han movilizado para negociar con las autoridades gubernamentales.
Desde el pasado 18 de junio, el Bloque de Organizaciones Sociales Anticapitalistas marchó por las principales avenidas de la ciudad y posteriormente instaló su plantón en el zócalo, frente al Palacio de Gobierno, como medida de presión para ser beneficiados con programas sociales.
La décima tercera Guelaguetza Magisterial y Popular cautivó nuevamente ayer a cientos de oaxaqueños, así como a turistas nacionales y extranjeros, con la algarabía, música, bailes, danzas y trajes multicolores de los pueblos indígenas de las ocho regiones de Oaxaca.
Al dar la bienvenida, primeramente en mixteco y después en castellano, el secretario general de la gremial, Eloy López Hernández saludó de manera fraterna a los asistentes, porque esta “fiesta es del pueblo y para el pueblo”.
“Por eso, nos sentimos congratulados con la presencia del pueblo”, asentó.
Conocida como la máxima fiesta de Oaxaca, la Guelaguetza ha sufrido cambios desde las fechas de celebración, número de presentaciones, bailes y escenario, hasta convertirse en el homenaje racial más importante del mundo.
La cosmogonía de una tierra plasmada en la ropa que portan las delegaciones de cada rincón de Oaxaca se acompasa de la música que embruja, que embelesa a quienes abarrotan un auditorio hipnotizado con la parsimonia de los pasos de baile, coplas y rituales; son como la invocación a una deidad realizada por los pueblos negros y los hombres de Santiago Llano Grande hechos unos diablos, que se amalgamaron en el crisol de la diversidad cultural en que se transforma el Cerro del Fortín, donde se muestra la pasión y el amor por la identidad de las raíces de un pueblo.
Establecido en la zona limítrofe con Chiapas, San Pedro Tapanatepec, quien estará por primera vez en la Guelaguetza, mostrará, con su cuadro costumbrista, un aspecto diferente del Istmo de Tehuantepec.
“Al estar ubicados en una zona limítrofe tenemos influencia de Chiapas, somos la otra cara del Ismo", señaló José de Jesús Cisneros Sánchez, investigador y coordinador de la delegación de bailarines.
Miles de personas abarrotaron las calles del Centro Histórico de Oaxaca durante el fin de semana previo al primer Lunes del Cerro.
Ríos de gente se desbordaron sobre el Andador Turístico Macedonio Alcalá, la explanada de Santo Domingo y el Pañuelito, el zócalo, la alameda y el paseo Juárez El Llano, atraídos por las festividades establecidas en torno a la Guelaguetza.
Por sus orígenes, la Guelaguetza constituye la máxima expresión de multiculturalidad y de hermandad de los 16 pueblos indígenas de las ocho regiones de Oaxaca.
Durante el esplendor de Monte Albán, los zapotecas se reunían en julio en uno de sus lugares sagrados ubicados en el Cerro de Bella Vista (Dani Lao Nayaalaoni), conocido ahora como Cerro del Fortín, para hacer ofrendas a sus dioses agrícolas Pitao Cocijo (lluvia) y Pitao Cozobi (deidad del maíz), en agradecimiento por las cosechas recibidas.
El homenaje racial más importante del mundo lucirá en todo su esplendor. A 86 años de creación la Guelaguetza nuevamente hará vibrar al mundo.
“La Guelaguetza es la esencia misma de los pueblos. Es un reflejo del bagaje cultural y fortalecimiento de nuestra identidad”, señaló Fernando Rosales, integrante del Comité de Autenticidad.
Una historia de amor, sacrificio, hermandad, sangre y muerte se presentó imponente y conmovedora ante más de 11 mil personas la noche de ayer.
Donají, la leyenda, espectáculo de danza con 82 personajes en escena mostró ante los espectadores la historia de una heroína zapoteca, recordada en el Escudo de Armas de Ciudad de Oaxaca.
