César Mayoral Figueroa
El lunes por la noche falleció en el hospital de Apt, del departamento de Vaucluse, en Francia, la gran escritora Maryse Condé a los 90 años, dejando una obra por la que en varias ocasiones se le mencionó como candidata digna del Premio Nobel de Literatura.
Su labor literaria tuvo como fuente y justificación desde luego su vocación, unida a su compromiso por la lucha de las mujeres por llegar a ser felices, además de su afán por escribir lo que se ha denominado autoficción, que es la narración con argumento de tema o personajes de ficticios con partes autobiográficas.
Tal es el caso de “Yo Tituba”, la bruja negra de Salem, en cuyo título ya se anticipa el tema de lo femenino, el de la negritud y la discriminación racista hasta el extremo que nos recuerdan los casos de las brujas de Salem sacrificadas en los Estados Unidos.
Esta obra es una muy valiosa sugerencia para disfrutar y no olvidar que los temas ahí tratados “laten” en una proporción grande le los norteamericanos y de otras partes del mundo; laten, digo, porque están en su “corazón”, de forma consciente o inconsciente, es decir, como parte de la formación cultural social o como reacción pulsional por formación ideológica en la infancia por la familia. Nació en la Isla Guadalupe del caribe, entonces territorio francés. Su padre era comerciante y su madre fue una de las primeras profesoras negras.
Su educación inicial fue francesa; luego sus lecturas y su amistad con la hija del historiador marxista Jean Bruhat de quien, dice: aprendí “el significado de la palabra colonialismo, colonización, identidad, origen, desposesión, y por primera vez me hablaron de la esclavitud, que mis padres siempre habían ocultado, y comprendí por qué había negros en las Antillas.”
Contribuyeron también sus viajes y su vida en África, legandonos una extensa obra de ficción, cuentos, novelas, ensayos y otros géneros, por los cuales recibió diecisiete grandes premios, siendo mencionada en varias ocasiones como candidata al Premio Nobel. Valga esta breve nota para motivar la lectura de alguna de sus obras, como “Yo Tituba” que resume magistralmente en su contenido lo dicho aquí, y valga también el homenaje que hago en su memoria con los siguientes versos:
A Maryse Condé
Compañeros
Brindo por ella, no por la de rubios
Cabellos, ni por la de la piel
Blanca; tampoco por esa de los
ojos de mar o la que lleva al sol
Sobre la frente altiva; no por ellas.
Brindo por esta que lleva la noche
Cubriendo la blancura de sus huesos
A quien debo el recuerdo de Tituba
Y La advertencia del peligro blanco
Que se cierne con la sombra de Sálem
Desde el río Bravo hasta la Patagonia.
Brindo con negritud disimulada
Por ella, Maryse Condé, hermana
De la razón y de la humanidad.
César Mayoral Figueroa