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El inimitable Carlos Monsiváis 

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- Hubo un momento de la historia intelectual de México en el que, si uno quería una opinión sobre cualquier tema, ya fuera sobre una guerra librándose a cientos de kilómetros de distancia, o sobre el más reciente chisme de la vedette de moda, no había más que contactar a Carlos Monsiváis

Con su conocimiento vasto y enciclopédico de casi cualquier tema, además de una notoria disposición para dar sus opiniones en la televisión y en la prensa, el "Cronista de la Portales", que hoy hubiera cumplido 85 años, era una presencia constante no sólo en los cerrados círculos intelectuales, sino en la mente de todos los mexicanos

 

Para abordarlo, sin embargo, había que aguzar bien el sentido crítico para no caer en las trampas de su humor e ironía punzantes. 

"Muchas veces, también hay que decirlo, lo hacía de chacota, lo hacía de broma", previene Julia Santibáñez, autora de El lado B de la cultura. Codazos, descaro y adulterios en el México del siglo XX, una historia fresca y documentada de todo lo que rodea a la intelectualidad de la época

El humor de Monsi

"Cuando le decían 'Oiga, ¿qué opina del documental que se acaba de estrenar en Corea del cambio climático?', no tenía la menor idea y contestaba: 'Bueno, me sorprendió que lo prohibieran en Ucrania', y claro, todo mundo se quedaba pasmado: '¿cómo puede saber todo?'". 

Como principal constructor de este "mito genial" -nombre que, por cierto, dio a uno de sus inseparables gatos-, Monsiváis hizo de sí mismo una figura irrepetible para la cultura mexicana. 

A casi 13 años de su partida, ¿alguien ha podido llenar el hueco que dejó? ¿Es esto posible, o incluso deseable, en el ambiente cultural y la conversación pública actuales?

Para Ignacio Sánchez Prado, editor junto con Mabel Moraña de El arte de la ironía. Carlos Monsiváis ante la crítica, el panorama mediático actual ya no permite la existencia de intelectuales públicos del estilo del autor de Escenas de pudor y liviandad (1988) y Los rituales del caos (1995).

"Yo no sé si sea posible, porque Monsiváis, aunque agarra el inicio de la era mediática en su carrera, la consolidación de los medios audiovisuales, Monsiváis es un intelectual que precede al Internet, y el Internet lo que ha hecho es que ha descentralizado la atención, entonces se vuelve muy difícil ser un intelectual que pueda atraer el grado de atención que él tenía", reflexiona. 

Conviene, sin embargo, recordar cómo es que llegó hasta ahí. 

 

Crónica y humor

El escritor y periodista Braulio Peralta lo enlista con franqueza: "El que no sale en la televisión, no existe. El que no va a los espectáculos callejeros, o a las carpas, no existe. El que no sale a la calle a caminar y ver lo que está pasando con las clases sociales de este país, no existe"

Para el autor de El clóset de cristal, una crónica no autorizada sobre la homosexualidad de Monsiváis y su importancia para la comunidad LGBT+, esta cualidad de intelectual todoterreno fue el primer paso para hacerlo tan visible al gran público. 

"En la historia de los cronistas de México, desde Salvador Novo para acá, no había una figura como Monsiváis que estuviera metido en la política, en los sindicatos, en el mundo indígena, en el colectivo LGBT, en el mundo intelectual, que fuera una voz que todos escuchaban y que todos respetaban", apunta. 

Fuera de serie

Esta forma de transitar a través de los géneros, de lo académico a lo popular, de la antología de poesía al espectáculo nocturno, explica Santibáñez, hicieron de él una figura fuera de serie, siempre con la crónica por delante. 

"El cronista es, quizá, entre los distintos géneros en los que se puede especializar un escritor, es de los más cercanos a la gente, los menos engolados, los menos solemnes, los más de a pie", abunda. 

"Es un género que se presta naturalmente a que no se quede en la estratósfera de la cultura y sea leído por unos pocos, sino que realmente se divulgue su obra, porque todos nos reconocemos en las crónicas de Monsiváis sobre un concierto de Juan Gabriel, o Cantinflas, o su opinión sobre el California Dancing Club".

De acuerdo con Sánchez Prado, profesor de literatura mexicana y estudios culturales en la Washington University en St. Louis, Missouri, Monsiváis destacó porque pudo darle sentido a la complicada realidad mexicana. 

"Con el tiempo lo he visto como una persona que capturaba en su escritura el caos diario de México y lo traducía para sus lectores, lo volvía legible, creo que era, no el único, pero uno de los grandes intérpretes de la realidad mexicana en todos sus sentidos, el sentido político, en el sentido social y en el sentido cultural", pondera. 

El arte de la ironía. Carlos Monsiváis ante la crítica, uno de los esfuerzos pioneros para abordar la obra del autor de forma amplia desde la academia, debe su nombre a una de las cualidades que también lo hicieron absolutamente reconocible. 

"Era un personaje muy peculiar, porque él, personalmente, era una persona bastante huraña, pero a la vez tenía un manejo absolutamente magistral del sentido del humor. Hace 20 años, en México se veía mal la literatura cómica, a gente como (Jorge) Ibargüengoitia y como Monsiváis se les veía casi como insurgentes por usar el humor como una forma de registro público", explica. 

"Yo creo que ésa forma humorística de ver a la sociedad le creaba conexiones. Y la otra es que tenía una característica que es muy importante para la emergencia de la televisión, sobre todo, y es que tenía una maestría para el comentario ocasional", destaca. 

Fuera con seriedad, en broma, o con una mezcla de ambos, Monsiváis estaba presente en todos lados con sus opiniones sobre cualquier tema.

 

Su papel como editor

Para comprender la influencia que Carlos Monsiváis tuvo en la cultura de México, se requiere una revisión de su participación en los suplementos culturales de su época, explica la poeta y académica Malva Flores, fundadora de Péndola, un repositorio digital de estas publicaciones. 

"Monsiváis era uno de los personajes más importantes de los suplementos, recordamos todos su papel en La Cultura en México (suplemento del semanario Siempre!), en Nexos también", precisa. 

"Publicó prácticamente en todas las revistas mexicanas de su tiempo, además de ser colaborador, miembro del consejo de redacción de La Cultura en México, fue director, en un momento en el que el suplemento era realmente una parte vital de la discusión pública", ahonda. 

Polémicas que sostuvo

Desde las páginas de revistas muy pequeñas, hasta las más grandes e influyentes, Monsiváis protagonizó también numerosas polémicas intelectuales, como la que sostuvo con Octavio Paz. 

No obstante, su papel fue más el de alguien que alentó a sus contemporáneos a entrar a la discusión pública, estima Flores. 

"Sobre la polémica con Paz se ha hablado muchísimo y a mí me gustaría recordar más bien un momento anterior, que es La Cultura en México, que es cuando pone a discutir a los jóvenes de ese momento cuál era el papel de los intelectuales", señala.  

"Monsiváis hace cosas importantes en ese momento, en esa discusión y también discutió sobre el papel de los intelectuales en Plural, con la revista de Paz, entonces creo que sí fue un polemista, pero también como un animador de la cultura", amplía.

Estas diferencias ideológicas, expone también Braulio Peralta, no impidieron que se consolidaran amistades estrechas. 

"Carlos discutía con los intelectuales salinistas, discutía con Octavio Paz, discutía con la revista Vuelta o la revista Nexos, a pesar de que él trabajó en algún periodo en la revista Nexos y luego hubo una ruptura", declara. 

"Carlos es una persona que polemizó con Paz, pero que llegaron a un grado de enorme amistad. Hubo un acercamiento importante entre ellos en términos de amistad y de respeto, lo que no se dio con otros intelectuales", aclara.

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