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Corazón tan blanco

portada-de-libro
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

“Mis manos son de tu color, pero me avergüenzo de llevar un corazón tan blanco”.

W. Shakespeare

"No he querido saber, pero he sabido", la desafortunada noticia de la muerte del escritor español Javier Marías, figura preponderante en la literatura contemporánea. El novelista nació y murió en septiembre, cuando estaba a nada de cumplir 71 años.  Irene Vallejo se lamenta de la partida de un autor aún joven. No se trata de un eufemismo, sobrada muestra hay de que Marías estaba en pleno ejercicio de su capacidad creativa, así lo muestran sus artículos semanales en El País, donde escribía todo el año, descansando en agosto; de modo que, cuando sus lectores esperaban su vuelta, sucedió lo inesperado.

La séptima novela de este popular autor lleva el título de "Corazón tan blanco", misma que significó su consagración, y le ha valido –entre otros homenajes- una edición especial por su 25 aniversario.

"Corazón tan blanco" inicia con el inexplicable suicidio de una joven recién casada, algunos años antes del nacimiento del narrador -un traductor-, que en el siguiente capítulo se encuentra en su propia luna de miel en La Habana. En esta ciudad, con la mujer enferma, se da un curioso malentendido donde una mujer mulata parece confundirlo por unos minutos con el hombre al que espera para una cita, pero también para resolver el resto de su vida. De ello se entera por una conversación que tiene lugar en el cuarto contiguo del hotel en el que se hospeda. Ambos episodios, aunque inconexos y, hasta cierto punto, tangenciales, estarán presentes a lo largo del desarrollo de la novela.

Toda la narración corre a cargo del protagonista que nos comparte no solo los acontecimientos en los que se ve envuelto, sino también una serie de reflexiones acerca de todo cuanto le rodea. Sus palabras diseccionan los varios conceptos que, como sociedad, tenemos del amor, la pareja y el matrimonio, así como los efectos retardados de las historias familiares y los secretos que estas contienen.

Para esta novela, Marías se vale, entre otros recursos, de una detallada descripción de los elementos que rodean las acciones. Esto nos remite de inmediato a la forma en que se escribían las novelas en el siglo 19; por supuesto, en aquel momento, esta profusión de detalles obedecía a la relativa escasez de referentes visuales, pretendiendo con ello recrear para el lector los ambientes en los cuales se desarrollaban las historias. En "Corazón tan blanco", con la inconmensurable cantidad de imágenes a nuestro alcance, la intención es ligeramente distinta, cobrando una importancia superlativa la posición, el color y la textura de tal mueble, o donde se colocaban los cuerpos, así como los gestos y las posturas de los personajes.

Siendo el protagonista un traductor/ intérprete para organismos internacionales, actividad que no era desconocida por el autor, asistimos a los entresijos del oficio que implica precisión en el sentido de las palabras, una percepción acrecentada del habla humana y sobre todo un ejercicio de confianza, puesto que un traductor, en tanto intérprete, con frecuencia debe tratar con información delicada. De uno de aquellos episodios se desprenden las palabras de Lady Macbeth, que dan título al libro.

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