Finlandia es el primer largometraje de ficción del director Horacio Alcalá, quien hasta el momento se había dedicado al documental.
La idea surgió de un viaje que Alcalá emprendió hace cuatro años, cuando conoció a comunidad muxe. Fue así como empezó a filmar Finlandia, historia protagonizada por Noé Hernández la cual indaga en los conflictos internos de esta comunidad. Después de circular por 25 festivales internacionales y de que el propio Horacio Alcalá obtuviera el reconocimiento al mejor director en el Festival de Seattle, el realizador estrena la producción en la UNAM.
¿Cómo empieza tu relación con la comunidad de las muxes?
Hasta hace cuatro años no tenía conocimiento de ellas. Me dio vergüenza no saber de ellas y por lo mismo me parece que necesitan mayor difusión. Mi primer paso fue ir a su comunidad. Durante la investigación revisé documentales y la mayoría me parecían muy romantizados. Sí, es verdad que son queridas, pero también viven una realidad de violencia y rechazo, de ahí vino la idea de hacer la película con elementos de documental realista, pero también de realismo mágico.
Las aves y el terremoto son recursos de realismo mágico, ¿cómo trabajar este tono que en el cine no siempre aporta buenos resultados?
Como latinoamericanos vivimos el realismo mágico todos los días. La idea de que Delirio descubrió la muerte de su madre a través de un pájara proviene de una historia familiar. ¿Verdad o no?, depende de cada quien. Respecto al terremoto, el público puede decidir si es una coincidencia o si en verdad es el dolor de ellas lo que ha hecho temblar la tierra. No soy experto en realismo mágico, solo quería experimentarlo.
La película se centra también en los fantasmas internos de ellas…
A las muxes todo el tiempo las hemos visto desde afuera. Conocemos su interacción con la sociedad, pero no hemos visto cómo se sienten por dentro, cuáles son sus dolores y cómo se quieren expresar. Por eso en la película quería mostrarlas a través de su comunicación con la madre tierra.
De hecho, el entorno es casi un personaje más…
Yo mismo escogí las locaciones y lo hice en función de la energía que proyectan. La casa de Amaranta no tiene nada más que adobe, así vive ella. Los lugares los visité junto con los actores y ellos me ayudaron a decidir. Cada actor eligió el color de su vestido. El vestuario y la peluquería está hecho por las muxes.
¿Fue sencillo involucrarlas?
Sí, nosotros no sabíamos cómo contactarlas. Nos pusimos en contacto con la casa cultural del Ayuntamiento, de modo que cuando llegamos ellas ya sabían de la película y fueron muy amables. Nos conocimos durante dos semanas y fue fácil porque tenían mucho que contar y aportar.
Desde el título llama la atención tu película.
Sí, hemos sido criticados por llamarla Finlandia, pero es mi película y le puedo poner el nombre que yo quiera. En realidad, se podría llamar de cualquier manera. Imagina el título del sitio donde estás cuando te sientes mal y ya lo tienes. No estamos hablando de Helsinki desde luego. Finlandia en la película no es una nación sino el Nirvana.
Tu vienes del documental, al ser esta tu primera ficción, ¿cómo diseñaste a los personajes?
Fue fácil. Por ejemplo, dimos el guion a Noé Hernández y le dejamos absoluta libertad, si el nos recomendaba silencio le hicimos caso y por eso durante los primeros diez minutos no hay diálogo. Los actores tuvieron la libertad de cambiar el texto.
Darle peso al silencio es también una posición casi política.
El ruido dice mucho sí, pero el silencio puede ser más potente que las palabras. Yo vengo de una familia de agricultores y se que en el medio rural se habla solo lo necesario. No me interesaba hacer una película de las muxes, sino dar mi punto vista sobre ellas y sobre sus emociones. Hemos sido criticados por no hacer la película solo con muxes, pero creo que los actores son necesarios.
Con información de Aristegui Noticias
