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Escritoras rechazan etiquetas de género en su pensamiento y literatura

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Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

Elena S. Gaytán

MONTERREY, NL.- La novelista, ensayista y poeta norteamericana, Siri Hustvedt afirmó no estar de acuerdo con el uso de etiquetas en su pensar y en sus letras, porque la frontera entre la intelectualidad y la escritura es difusa.

La autora de 67 años, comprometida con causas sociales como el feminismo, tuvo una jornada larga el día de ayer, con entrevistas, rueda de prensa y una mesa sobre la subversión de las mujeres con la politóloga Denise Dresser y la escritora Carmen Boullosa, quien abrió la conversación al decir que quiere que su literatura sea catalogada como femenina.

"Estoy de acuerdo con Carmen", dijo Hustvedt. "Estamos masculinizando y feminizando cosas todo el tiempo, pero no hay absolutamente nada de masculino sobre las letras".

La autora de novelas como Recuerdos del futuro y El verano sin hombres es fiel creyente que la imaginación no tiene sexo, y considera que la flexibilidad y la elasticidad de la imaginación incluye múltiples realidades de género.

"Y no creo que la sensibilidad, la inteligencia o la valentía, tampoco tengan sexo", completó Dresser. 

"No quiero ser vista como una mujer de Ciencias Políticas o una mujer columnista".

Las escritoras coincidieron en que ninguna de las tres desean ser juzgadas por su género.

"En esta cultura misógina, la gente te quiere colocar etiquetas de género", mencionó la columnista.

En el diálogo, Hustvedt citó a la escritora afroamericana Audre Lorde para dar un consejo sobre el camino para lograr la subversión de las mujeres.

"Hay un ensayo escrito por Audre Lorde sobre los usos de la rabia, que es una hermosa evocación sobre cómo la rabia puede ser un canal, una emoción en el exterior para llegar (a la subversión)", agregó.

Hustvedt se refirió también a Simone de Beauvoir, una de sus feministas predilectas, para explicar cómo el hombre suele ser considerado como la medida de lo universal. 

En El segundo sexo, que Hustvedt citó como una de sus influencias en entrevista, Beauvoir afirma que, a lo largo de la historia, el hombre siempre ha podido pensar sin la mujer. 

Esta postura quizá explique que Hustvedt se haya negado ayer a hablar de su esposo, el escritor Paul Auster, en el encuentro con los medios de comunicación: ambos son referencias del canon literario occidental y, en la actualidad, se les percibe como una de las parejas más influyentes de intelectuales en el mundo.

"A Paul nunca le han hecho una pregunta respecto a mí. Sólo le hago saber eso", respondió, visiblemente molesta, la segunda vez que se le cuestionó sobre cuál era el libro escrito por su esposo que más le gustaba.

Previo a la mesa con Boullosa y Dresser, Hustvedt, de 67 años, dijo que quedó sorprendida por la Ciudad.

"Tenía imágenes preconcebidas acerca de lo que podía ser Monterrey, pero quedé muy sorprendida de ver la belleza de las montañas y lo grande de la Ciudad", comentó.

La novelista narró su encuentro un día antes con la escritora Elena Poniatowska: "Siempre la he admirado, es una extraordinaria escritora, pero también un ser humano fuera de serie".

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