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Día Internacional de la Mujer; la lucha en deuda

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Por Marianela Guerrero

A lo largo de la historia, frente al papel predominante del sistema patriarcal, donde el varón es el “patrón” del poder público y social, las mujeres nos hemos visto obligadas a ejercer el papel postergado que nos han adjudicado las normas sociales y los intereses masculinos.

En consecuencia, a la mujer se la ha relegado siempre a cumplir dos roles básicos: reproductora y cuidadora de todxs como madre, esposa, hija, hermana.

En un largo camino de luchas por la igualdad y el reconocimiento de nuestros derechos, nació la teoría que indica que no se nace mujer, se llega a serlo. 

Esa lucha nos corresponde a todas y todos, porque no puede existir cohesión social cuando la mitad de la población sufre discriminación; no puede existir desarrollo social, cuando a la mitad de la sociedad se le niegan sus derechos; no existe justicia, cuando se somete a las mujeres a violencia física, económica, vicaria, digital, psicológica o sexual, y a veces a una combinación de unas y otras.

La desigualdad, la discriminación y la violencia contra las mujeres, no sólo son una injusticia; también son un despilfarro social, porque se niegan, anulan y desaprovechan las capacidades de la mitad de la población. 

La calidad de vida de toda la sociedad se ve disminuida cuando a las mujeres se les niega o condiciona el acceso a espacios de poder y decisión; cuando ganan menos que los hombres por igual trabajo; cuando la división sexual del trabajo deposita en ellas la mayoría de las tareas del hogar y los cuidados familiares o cuando la violencia machista vulnera sus derechos y las convierte en un índice vergonzoso de la desigualdad de género. ¡Vivas nos queremos!

Nosotras creemos que la auténtica democracia se manifiesta cuando el proceso de toma de decisiones está compartido por mujeres y hombres y se garantiza la participación plena de las mujeres en la formulación y ejecución de las políticas públicas. 

Gestas históricas de mujeres, organizaciones feministas y hombres compañeros de ruta, logramos que el 8 de marzo de todos los años, se conmemore las luchas de las mujeres por nuestra integración plena a la sociedad y contra la discriminación y la invisibilidad a que somos condenadas.

Creo que hay que insistir en que el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no es una fiesta, sino un día para la reflexión y la acción; para pensar y actuar contra el sometimiento, la violencia y el despojo de la autonomía que sufrimos las mujeres. Es un día más para contribuir a la defensa de nuestros derechos para el logro de una sociedad más democrática, incluyente y con justicia de género.

La verdadera revolución del siglo XX, la revolución feminista, continuará derribando las taras patriarcales y las políticas misóginas, a fin de contribuir al pleno desarrollo de las mujeres y las niñas, en un marco de respeto al reconocimiento, goce, ejercicio y protección de todos los derechos humanos y a las libertades consagradas por los instrumentos nacionales e internacionales, en igualdad de condiciones con el hombre. 

"Igualdad de género hoy para un mañana sostenible".

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