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Celebran hoy el Día Internacional de la Danza en México

danza
Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- De cara al Día Internacional de la Danza, que se celebra este 29 de abril, cuatro coreógrafos comparten sus ideas y perspectivas, así como nuevos proyectos. En sus pies se mueve parte del futuro de la disciplina en México.

"Si no puedo saltar, puedo volar"

Con las reglas de la física, Érika Méndez logró desafiar la gravedad y vencer un diagnóstico clínico que descartaba toda posibilidad suya en la danza al nacer con espina bífida oculta, un pequeño hueco en la columna.

A ese defecto atribuye la falta de fuerza en las piernas y, por ende, no saltar tanto.

"Me dije: si no puedo saltar, puedo volar", narra en entrevista la fundadora de Lagú Danza.

Se dedicó entonces a investigar cómo unir la danza con la física para poder volar y, como resultado, creó el método "La mecánica del vuelo", que llena sus talleres de bailarines y actores.

"Enseño con fórmulas de la física mecánica cómo puedes volar y desafiar a la gravedad de pronto, que es suspenderte en el aire".

Al paso más nuevo del método lo llama "el error de la matrix" porque la persona parece quedar congelada en el aire, como si fuera un error, y luego cae.

"Soy una desertora natural de la matrix. Así nací", recalca Méndez, nacida en la Ciudad de México y dos veces ganadora del Premio Nacional de Danza como intérprete.

Desarrolló su trilogía "La matriz", a partir del trabajo del neurocientífico mexicano Jacobo Grinberg y su Teoría Sintérgica, que postula que la realidad que percibimos, la matriz perceptual llamada matriz o matrix, es susceptible de ser transformada por el pensamiento.

"Es un homenaje a todas esas teorías que me sacaron de mis enfermedades", responde Méndez, quien hoy goza de cabal salud.

"Siempre hay un loco que quiere revolucionar Xalapa"

Viaja por el país. Casi todo su trabajo dancístico lo lleva lejos de su natal Xalapa, pero termina siempre por volver a su ciudad. Ahí montó el café y espacio cultural Katari, un sitio para entrenar, reunirse y planificar, además de dar funciones de cooperación voluntaria.

"Siempre hay un loco que quiere revolucionar Xalapa", dice en entrevista Jorgito Córdoba (Xalapa, 1988).

Un "loco" con 15 años en la danza que, con el Colectivo de Juguete y su antecedente Crónico, Colaboraciones Escénicas, de Luis Vallejo, Termy, se ha labrado una reputación como bailarín, docente y coreógrafo.

Ganó con "El verde es vida" (2014) el concurso de composición coreográfica de la Universidad Veracruzana en su primer año de la licenciatura y, al presentarse en el encuentro escénico CAMP_iN, se le abrieron las puertas del circuito de festivales de danza.

Esa primera coreografía, surgida en un contexto de gran militarización en Xalapa, habla con humor negro de la guerra, con seis intérpretes como soldaditos verdes, e incluye lo que ha sido el sello de Córdoba: un juguete siempre en escena.

Con seis obras como coreógrafo y no menos de 20 presentaciones cada una, algo que le enorgullece, Córdoba no crea pensando en la "gente de arte", sino en el público ajeno incluso a la disciplina.

"Encuentro la obra con los intérpretes"

El unipersonal Des_nudo es la pieza de género más explícita de Melva Olivas (Hermosillo, 1989); alguien del público jala de un hilo para destejer un vestido rosa hasta desnudarla.

La primera vez, el voluntario no se dio cuenta que jalaba tan rápido que la hacía girar como trompo hasta que de golpe ella paró, sostuvo el hilo y lo miró a los ojos.

Esas primeras experiencias fueron un tanto violentas, aunque también hubo quien dejó de jalar para no desnudarla o bailó junto con ella, con respeto y consenso.

"El performance es ver a la persona que desteje, que tiene un poquito de poder sobre el cuerpo", expone la artista escénica.

Incorporar la perspectiva de género a su creación lo asume como algo intuitivo. Desde 2014 se preguntaba cómo abordarla, cómo observamos y habitamos el espacio.

En Paisaje (2022) invita a la "contemplación y reflexión en torno al cuerpo femenino", en situaciones donde "contrasta su fuerza con su vulnerabilidad" en un México feminicida.

Concibió con Ópalo su primera videodanza, en pandemia, para la Compañía Nacional de Danza, que estrenó en el Festival Internacional Cervantino, y por invitación de Claudia Lavista, figura tutelar en su carrera, fue una de las coreógrafas convocadas para Luz sonora, un tributo al fallecido compositor Mario Lavista.

"Somos una generación cansada"

El coreógrafo y bailarín Luis Neri (Ciudad de México, 1992) se asume como parte de una nueva generación de coreógrafos y hacedores de la danza que está abriendo un "caminito".

"Queremos público y que el público nos entienda, y que las prácticas dentro del hacer ya no sean violentas; somos muchos lo que decimos ya no le entro a ese juego", plantea al referirse al impago o los malos tratos.

Lo ha palpado en siete emisiones de Incontra, Encuentro Nacional de Coreógrafos No/Legítimo, que organiza con la plataforma escénica Año Luz.

La convocatoria para la edición de noviembre de 2023 saldrá en julio.

"Somos una generación cansada porque comenzamos con ilusión, pero cuando lo trasladas al lado profesional -no quiero sonar pesimista- hay muchos bachecitos", apunta.

Una ilusión inicial que se topa con que van 20 personas al teatro o sólo los amigos y la familia.

Neri se propone como coreógrafo presentar discursos más directos y sencillos para lograr la comunicación con el público, en un afán de ser generoso con el espectador.

Como coreógrafo, además de sus creaciones con Año Luz, ha colaborado con otras compañías y el Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac) del INBAL. Siempre está bailando, apenas estrenó Bacanal, de Víctor Manuel Ruiz.

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