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Aniversario 201 de la consumación de la Independencia

corona
Foto(s): Cortesía
Redacción

Ayer se conmemoró el 201 aniversario de la entrada triunfal del Ejército de las Tres Garantías (Unión, Independencia, Religión) a la ciudad de México, marcando con ello, simbólicamente, la consumación de la lucha de Independencia. Sin embargo, dicho suceso siempre ha sido sobajado en importancia ante la fecha de inicio del levantamiento armado, conmemorado tan solo unos días antes y el cual sí se celebra y conmemora. México es quizá el único caso que celebra el inicio y en lugar del final de la Independencia, y que además hace un hueco en la historia oficial, reduciéndolo a unas cuantas líneas entre los libros de texto.

Este borrón en la memoria nacional se puede explicar si tomamos en perspectiva lo que sucedió en esos momentos, analizándolas a la luz de la distancia. Al finalizar la gesta armada por la Independencia, surgió triunfante un personaje ambiguo y polifacético que había peleado para ambos bandos, primero del lado realista, comandando el ejército del virrey Juan Ruiz de Apodaca y al final en el ejército insurgente, apropiándose de las tropas del caudillo Vicente Guerrero, colocando a este último en una situación de segundo o tercer plano, cuando había sido él quien había mantenido la flama insurgente; sin embargo, la gloria y el poder recayó en alguien más.

Una vez concentrado tanto poder en su persona, esta fue capaz de transformar los ideales independentistas por otros más individualistas, pues en su delirio de poder decidió transformar la recién formada nación en un imperio propio, destrozando así la unión y comenzando una sangrienta guerra que ni con su muerte vio fin, puesto que tardaría muchos años en terminar. El legado sangriento originado por este primer imperio y todo lo que costó para el desarrollo de nuestra historia patria ha sido su propia lápida histórica, tan pesada que permanece en el olvido.

Para el mexicano y mexicana son más reconocidos los caudillos iniciales, a quienes se les rinden glorias y gritos a su nombre cada 16 de septiembre, que aquel general que sería recordado como traidor. Sin embargo, en países de Centroamérica sí se le reconoce como el libertador de su nación, reconociéndole como un personaje importante, pues algo cierto es que fue él quien firmó los Tratados de Córdoba que dieron fin a la Guerra de Independencia y que reconocían la soberanía de México en sus máximos límites territoriales, nunca tan extensa territorialmente que cuando fue el primer imperio mexicano.

Ahora, la figura del consumador de la Independencia y luego primer emperador de México pasará casi desapercibida. A pesar de su importancia histórica, sus actitudes en vida le valieron el repudio popular, condenando su imagen al olvido histórico, lugar del que muy difícilmente podrá salir, pues el repudio a su figura es un obscuro pilar en la cosmovisión nacional, justamente lo contrario a los deseos de tan triste figura en la historia. El recuerdo de aquella entrada triunfal hace 201 años ha quedado solo para los estudiosos de la historia.

 

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"A pesar de su importancia histórica, sus actitudes en vida le valieron el repudio popular, condenando su imagen al olvido".

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