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Gastón Solinicki presenta su obra Kékszakállú en el Alcalá

Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

El cineasta bonaerense Gastón Solinicki vendrá a Oaxaca a presentar su tercer largometraje Kékszakállú (Barbazul en húngaro), en una función especial de OaxacaCine Alcalá que acoge en estos días la edición siete del Festival Internacional de Cine de la Universidad Autónoma de México (FICUNAM).


En esta película, Solinicki se remite a El castillo de Barbazul, única ópera concebida por Béla Bartók en 1911. Sin afán de haber hecho una representación exacta de la misma, sí fue el punto de partida, sobre esto y el proceso del filme nos cuenta en entrevista telefónica, en exclusiva para Noticias Voz e Imagen de Oaxaca.


Comparte también la relación de esta obra para su primer película de ficción, los dos países donde filmó y su experiencia al dirigir a no actores y al hacer una película sin guión, básicamente sin los recursos tradicionales, en una búsqueda motivada por la espiritualidad.




Una película sin casting y sin guión, dispositivos tradicionales que prefirió no utilizar el cineasta en su primera película de ficción.

¿Por qué decidiste partir de la ópera de Bèla Bartók?


Bartók fue un punto de partida, la película de alguna forma es un homenaje a él. Un recorrido musicológico, dado que él grababa la tradición oral de la música campesina. Por ello fue un punto de partida para mí, en la relación de esta ópera con el lugar donde comenzamos a grabar en Uruguay del Este.


Mi sobrina fue el primer personaje de la película, de ahí se fue desarrollando a otros lugares y otros personajes. La mitad de la película está filmada en Uruguay, en Punta del Este y la mitad en Buenos Aires.


¿Cuál fue tu apuesta al decidir filmar Kékszakállú y cómo fue mutando esta en el proceso?


La película está hecha sin un guión, para no partir de ideas preconcebidas. Hay otros barbazules dando vueltas en la película, por ejemplo, hay una idea muy hermosa de la película Secreto tras la puerta, -que tiene que ver con el que la arquitectura puede inspirar un asesinato-, yo adapté esta idea a la de un balneario diseñado para el privilegio, para el placer.


En Uruguay conocimos a la otra protagonista, que sí es actriz, a Laila y a través de ella fuimos descubriendo otros mundos y personajes. De ahí la película fue creciendo en esa dirección, intentando desarrollarse sin volverse contra su propia naturaleza y después, en el proceso de montaje, se fue articulando la narrativa.


¿Cómo escogiste al reparto?


No hubo casting, el primer personaje fue mi sobrina, quien no es actriz y luego conocimos a la otra chica, que sí es actriz, ella estaba veraneando cuando nos la presentaron, después conocimos a más amigos de ella y a su familia, que tampoco son actores.


¿Qué te dejó trabajar de esa manera?


Fue un desafío para mí y para ellos, que tampoco tenían mucho material con el cual trabajar, así que todo fue muy espontáneo. Las situaciones que parecen más armadas en la película son las más espontáneas, como el choque de mi auto, que es una maniobra imposible de haber grabado.


Con los actores fue lo menos problemático, porque fueron valientes. Hubo algunos problemas con los rubros técnicos, porque en este sentido se deben tener horarios y eso no es tan espontáneo y es difícil de programar. Salvo no hubo otro inconveniente.


¿Cómo definiste el tiempo de rodaje?


Rodamos en dos meses, uno en cada lugar, primero Uruguay y luego Argentina. La primera parte del rodaje fue más íntima, estaba Alan Segal que es el montajista, con el que empezamos a imaginar la película. Había un sonidista, Jason Candler, que fue mi profesor en una universidad de Nueva York y viajó especialmente para hacer esta película.


En Uruguay fue más parecido a una aventura entre amigos que íbamos en búsqueda de algo y teníamos ciertas preguntas. En Buenos Aires fue más grande el equipo y más profesional, tuvo más que ver responder a estas preguntas, por eso fue más angustiante.


¿Qué te significan los premios y reconocimientos que ha recogido la película hasta ahora?


Creo que los premios son algo arbitrario, a fin de cuentas es complejo porque en última instancia es una especie de síntesis de subjetividades, como lo son las películas mismas. No hay que sobredimensionarlos.


Hasta ahora los premios nos han abierto puertas, en Venecia por ejemplo y en varios festivales más. Es importante sobre todo porque le permite a la película ser vista, porque fuera de ese circuito, este tipo de películas tampoco tienen mucha vida.


En México se estrenará en la Cineteca Nacional, en 10 días más y en Buenos Aires está estrenada en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) donde tuvo un ciclo.


¿Qué te representa venir a Oaxaca a presentar tu película?


Estoy emocionado de ir a conocer Oaxaca, será mi primera vez de estar en la ciudad, escucho maravillas de ella y me quedaré unos días después de la presentación. Quiero conocer el Teatro Macedonio Alcalá, probar los moles y la gastronomía, en general, que me dicen que es espectacular.


¿Cuándo y dónde?


Jueves 2 de marzo, a las 19 horas, Teatro Macedonio Alcalá.


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