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Verbenas en atrios, el sabor festivo

Foto(s): Cortesía
Redacción

El calor de los comales y anafres sobre las banquetas se siente desde temprana hora alrededor de atrio del templo de Nuestra Señora de las Mercedes. Las comerciantes se alistan con los tradicionales antojitos, atole y chocolate, pero la clientela tarda en llegar; lo hacen a cuenta gotas.


Es domingo, el día grande de la fiesta y las bancas de los puestos están casi vacías. Aunque desde hace más de un lustro las cocinera sufren para sacar los gastos del día, la tradición de las verbeneas que se colocan a fuera de cada parroquia durante las festividades patronales se resisten a desaparecer.


“Antes sí era bonito, la gente se atiborraba, se vendía chulo. Ahora la gente ya no tiene dinero y con tanta nueva religión que sale, pues la gente también se va despegando de la iglesia católica”, expresa doña Asunción, vendedora de hace 50 años.


Con enfado por no tener clientes y casi es medio día, la mujer detalla que creció en medio de las tradicionales verbenas; cuando las familias completas se acercaban a la festividad religiosa y después de misa de se sentaban a disfrutar de una empanada de amarillo, de quesillo con flor de calabaza, molotes y unas memelas.


Mientras que en el atrio del templo la fiesta con otra venta de alimentos se consagra, el carbón de los comerciantes se acaba en vano poco a poco.


“Lo hacemos por tradición y porque tampoco tendríamos qué hacer para tener algo de que vivir”, apunta la señora al tiempo que pica unas verduras y sus nueras acomodan los antojitos recién preparados.


Doña Teresa Barrita coincide con su vecina de puesta; las ventas son pocas y ya no hay día que levante, por eso su única esperanza es la llegada del mes de diciembre, donde entre la festividad del día de la Virgen de Juquila, de Guadalupe y de la Soledad, el negocio prospere.

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