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Sones, jarabes y todo el color de Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

El gorgeo jocoso de la chirimía anunció el inicio de la fiesta. El corazón capitalino latió con el vigor de los sones y jarabes, el sabor del mezcal y el poleo, la tradición de la Costa y la Sierra, la nostalgia envuelta en la Canción mixteca y la Sandunga; así como con la algarabía de las Chilenas y la Danza de los rubios.


Un río multicolor zanjó el corazón capitalino. Emanado desde la Cruz de Piedra, el afluente recorrió el andador semipeatonal de García Vigil, acompasado, primero, por las notas del Jarabe del Valle de las Chinas Oaxaqueñas.


Las delegaciones avanzaron entre el ensamble del aroma de maguey cocido y del poleo fresco en manojitos, sostenidos al aire por las mujeres de San Antonino Castillo Velasco.


Así, a pasito brincado, llegaron a la calle de Allende para continuar la fiesta sobre el andador turístico Macedonio Alcalá, que en ese momento estaba colmado de pies a cielo por turistas unidos al grito de ¡Viva Oaxaca!


Desde los balcones, una lluvia de dulces bañó a los de Loma Bonita, quienes a ritmo zapateado hicieron crujir a la otrora Verde Antequera.


Vino también el aplauso para las bellas mujeres de la Flor de piña, las de San Pedro Ixcatlán de piel morena y cabellera dormida entre listones.


Además de sus bailes, las delegaciones ofrecieron a los cientos de turistas su música, el colorido de sus vestimentas; así como parte de su bebida: el mezcal servido en canutillos de carrizo o dentro de chiles de agua.


Los turistas nacionales y extranjeros se entregaron a la fiesta, colmando de aplausos el paso de las bailarinas y danzantes.


En el desfile de delegaciones también se hizo presente Ayutla Mixes, con sus representantes envueltos en blanca vestidura y pasito balanceado del Son mixe.


Santiago Juxtlahuaca, con la Danza de los rubios, rechinó las espuelas con el llamado del cuerno.


Además de los danzantes de la pluma de Teotitlán del Valle engalanando las calles con el colorido plumaje de sus penachos.


El desfile delegacional continúo sobre Morelos, hasta culminar en la Plaza de la Danza, en una estampa multicolor conformada por las marmotas, los toritos de papel, los penachos de los danzantes de la pluma, los paliacates agitados al aire, las faldas al vuelto del Jarabe mixteco, los bordados sobre elegantes lienzos de terciopelo vistiendo a las mujeres istmeñas.


En total fueron 22 delegaciones las que recorrieron las calles, mismas que participarán en las dos ediciones del primer Lunes del Cerro.

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