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Oaxaca "mueve el esqueleto"

Foto(s): Cortesía
Redacción

¿En dónde se juntan y conviven por única vez Batman, Superman, los Zancudos de Zaachila; payasos tenebrosos, monstruos y Catrinas?


Es en Oaxaca, son las comparsas del 1 de noviembre, fiesta de Todos Santos, que se considera también el principal día de luto y de respeto por la visita de los difuntos a los lugares que fueron sus domicilios.


Pero es además pachanga, música de banda, reguetón, cervezas y mezcal. De disfraces que recorren calles de colonias de agencias y municipios, como el capitalino.


Aunque es también de censura:


“Pues nos dijeron que le paráramos con nuestra música porque es la hora de la misa en Santo Domingo. Pero creo que también vieron nuestra monja embarazada y como que no les gustó mucho. Entonces mejor nos vamos al Llano’”.


Eso le pasó a la tradicional comparsa de la colonia El Bajío, de Santa Lucía del Camino, que llegó con su ruido a la plazuela de El Pañuelito, a un costado del templo dominico.


A este grupo cultural, que encabeza desde hace 27 años el señor Cruz Agustín Cisneros, se unieron por primera vez los Zancudos de la Villa de Zaachila, que bailaron disfrazados sobre zancos.


Por más de dos décadas, realizaban su trayectoria desde ese asentamiento, ubicado al poniente de la ciudad, al zócalo; sin embargo, en los últimos 10 años, tras los hechos violentos del 2006, cambiaron su ruta hacia El Pañuelito.


“La gente siempre nos ha esperado, nos otorga el aplauso; reconoce la labor que hacemos. Lo primero fue decir adiós a ese Halloween, que es una cultura ajena a nosotros; luego rescatar las verdaderas comparas de crítica político-social-religiosa, que ahora gozan de gran prestigio”, expone.


Refiere que por ese tipo de manifestaciones alegres, además de vistosas ahora críticas, han recibido señalamientos. Uno de ellos anoche, en que una pareja disfrazada fue la de un arzobispo y una monja embarazada, lo que molestó a religiosos católicos.


“No lucramos, prácticamente vivimos de la limosna; a los jóvenes no se les vende máscaras ni se les pide cooperaciones; aventamos al público pan de yema y dulces pero es apoyo de algunos empresarios, que dan su ayuda en especie, para no pervertir nuestra tradición”, explica.


¿Y el apoyo?


No obstante, pese a presunta promoción de la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico, ni esa ni ninguna otra comparsa cuenta con difusión de sus actividades, mucho menos financiamiento.


“Sí se puede hacer cultura en Oaxaca, sin lucrar, sin nada. Cuesta mucho trabajo pero lo tenemos que hacer. Desafortunadamente el gobierno no toma en cuenta esto, no apoya, nos toca entonces a nosotros ver cómo le hacemos para mantener nuestras auténticas tradiciones”, manifiesta.


La vistosa calenda, compuesta por unas 50 personas, recorrió del oriente al centro de la ciudad; en “El Pañuelito” pretendía presentar una obra satírica, pero se fue con todo y banda de música al Paseo Juárez.


Bailes modernos


Otra comparsa distintiva es la del barrio Jalatlaco de la capital. Sin embargo, en esta ocasión devino en bailes modernos.


En el entarimado que se colocó contra esquina del templo de San Matías, el sonido del reguetón y música de discoteca puso a bailar a una treintena de jóvenes, hombres y mujeres, de origen extranjero.


Todos con una playera negra con la leyenda de “Integrate” al frente y de “Al fin que para morir nacimos”, en la espalda.


Cuerpos güeros y sin pintura cadavérica, que se contoneaban al ritmo de la música, cerveza en mano, mientras unas jovencitas repartían mezcal desde las botellas.


Comparsa que salió cerca de las 22:00 horas, tras la rifa de algunos artículos para recabar dinero. La tardanza en la partida originó rechiflas.


Pero ni eso bajaron los ánimos de cientos de asistentes que recorrieron calles y avenidas. Y ahí iba los héroes de los cómics, revueltos con brujas, demonios, calaveras y Catrinas, que aguantaron la fiesta hasta la madrugada.

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