Oaxaca.- El dulce sabor de las empanadas rellenas de lechecilla, piña y coco inundaron las calles de Oaxaca. El motivo: la celebración de Corpus Christi, a la que América y Fernanda, de 13 y 14 años respectivamente, se unieron con la fe para que esta tradición no muera.
En esta fecha, en la que se enaltece a Jesucristo en el "Santísimo Sacramento", cientos de oaxaqueños cumplen con el ritual religioso pero también con la tradición de comer este bocadillo que ha vuelto imprescindible en la capital aunque parece hundirse en una lenta agonía antes de su extinción.
A través de sus joviales ojos, Fernanda ha visto que sus padres han reducido la producción de empanadas rellenas cada año, además que los dulces regionales no se venden como cuando era niña y por eso, este día encomienda su trabajo para no ver fallecer esta tradición que es el sustento de la su familia.
Este jueves, carpas y sombrillas lucen en las esquinas de las calles principales del Centro de la ciudad. En uno de estos puestos de empanadas, América también da su lucha para que este tradición se mantenga viva.
Acompañada de su abuelita, la adolescente encabeza la vendimia. Es mediodía, el calor es intenso, pero el ánimo se mantiene intacto para seguir hasta que se acabe la última empanada.
"Cada año aparto este día y no voy a la escuela; prefiero venir a vender mis empanadas", reconoce la joven mientras baja las canastillas vacías del aparador y acomoda el resto a la vista de todos.
En Oaxaca, el Corpus Christi es día de fiesta, y de demostrar a los visitantes sus delicias culinarias.
Esta festividad se lleva a cabo 60 días después del Domingo de Resurrección.
