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"Despiden" a Cervantes en Guanajuato

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- Las campanas del Templo de San Francisco doblan por el difunto Miguel de Cervantes.


El tañido es el anuncio del inicio de una procesión solemne para honrarlo, 400 años después de su muerte. Pero el escenario es muy distinto al de 1616.


En lugar del monasterio madrileño de las Trinitarias, se llora al autor del Quijote en Guanajuato y con música de banda: una trompeta y una tarola tocando Las Golondrinas, mientras las plañideras, apostadas afuera del Museo Iconográfico del Quijote, vestidas de riguroso luto y gladiolas en las manos, fingían sus lágrimas.


Una procesión encabezada por actores aficionados, adultos mayores de los Centros Gerontológicos de DIF en Guanajuato El Cambio y Las Teresas. Sorprenden a su paso por la calle de Sopeña rumbo al Teatro Juárez, siempre abarrotada durante el Festival Internacional Cervantino.


Bertha Velázquez, de 68 años, con instinto teatral, repasa en su cabeza el monólogo que bien ha memorizado: "Finalmente todos terminamos en una calavera, como la tuya, Miguel... Alonso. ¿Cuántos hoyos hicieron en los conventos de España para buscar tu calavera con solo seis dientes?", clama frente a la Tumba del Quijote, a un lado del Teatro Juárez.


Suena "Dios nunca muere". Con los cartílagos desgastados de las rodillas, ayudándose de un bastón, la señora Bertha ha cumplido con su papel de plañidera. Aún ha de subir la cuesta del callejón del Truco, donde Luis Martín Solís, el director de escena, hace una pausa para explicar cómo estos hombres y mujeres, en el ocaso de sus vidas, rinden tributo s a Cervantes, no a su idealismo sino a su locura.


"Viva la locura", claman emocionados sus actores y actrices aficionados. Y sacan lágrimas de emoción a una mujer que esta tarde en Guanajuato ha sido testigo del solemne homenaje a Cervantes.


El cortejo solemne entra al Templo de la Compañía. El "Réquiem para Cervantes", concierto preparado por La Grande Chapelle para hacer justicia a un escritor, muerto en la pobreza que jamás podría haberse pagado estos fastos: una Misa de Difuntos de cuerpo presente con la música de Mateo Romero, el compositor más importante de la corte en tiempos de Cervantes.


"Música para reyes", define su director Albert Recasens. Hacerle justicia a un escritor.


Un concierto que respetó en su forma los ceremoniales del Siglo de Oro pero que en la calle tuvo ese acento mexicano de funeral de pueblo.

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