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Chinuni, el pregonero de la Mixteca

Foto(s): Cortesía
Redacción

HUAJUAPAN DE LEÓN, Oaxaca.- Con una voz paciente y serena, acompañado de fotografías que le recuerdan parte de su vida,  Juan Herrera Loyola, mejor conocido como “El Chinuni” relata acerca de lo que ha sido su vida como cantante, animador de jaripeos, en tareas de publicidad y hasta su vida personal.


Juan Herrera nació en 1935 en el municipio de Santiago Huajolotitlán, al cumplir tres años, sus padres Apolinar Herrara y Eliazar Loyola, lo trajeron  a vivir a Huajuapan, pues debieron trabajar en el campo como asalariados para sostener a la familia.


Desde muy temprana edad mostró ser un niño inquieto, pues buscaba cualquier pretexto para no acudir a la escuela; en consecuencia, no concluyó el primer año de primaria y solo aprendió a leer.
El apodo de “El Chinuni” le fue impuesto por Jeremías, un hombre que trabaja en exhacienda de Santa Teresa, donde se producía azúcar, por ser el más pequeño de un grupo de alrededor de 10 niños con los que laboraba.


“El pilón”


Chinuni en mixteco significa el pilón, en otras partes como el municipio de Villa de Tamazulápam de Progreso lo conocen como chizo, en otros estados le dicen ñapa, “siempre cuando mi madre me mandaba a comprar pedía Chinuni, “una vez acudí por los chiles envinagres y al ver que no me daban lo pedí, pero me dijeron que ya me habían despachado bien, pero después de tanto insistir solo me regalaron vinagre”. 


Al cumplir 18 años,  con su compadre Juan Marques y José Barran, formaron el Trio Mixteco, siendo el la primer voz, “cuando se  interpretaba  boleros, cantaba y al mismo tiempo tocaba las maracas y en canciones rancheras la hacía de guitarrista” recuerda sonriendo.


En la feria que se realiza en el mes de diciembre, en honor a la virgen de Guadalupe en Huajuapan, antes hacían concursos para aficionados a la música, premiando al mejor trio, grupo o cantante, a la cual acudía Trio Mixteco, obteniendo en algunas ocasiones el primer o segundo lugar y otras veces solo apulsos.


“De 1953 a 1955, existieron un sin fin de tríos, pero a nosotros la gente nos llamaba por que no cobrábamos, solo sobrevíamos con lo que nos daban al acudir algún evento ya sea a una fiesta, o para interpretar las mañanitas a personas que cumplían años”, relata.


Todos los domingos, había kermés del Partido Acción Nacional, por lo que acudía como militante, además para distraerse en el juego de lotería, “un domingo quizás por el año de 1961  Ángel Mora, quien era el organizador, salía a la calle y volvía a entrar con cara de preocupado, pues no llegaba Fernando Cruz, a quien le decían Fermentación para que amenizara”.


Al verlo le dijo tú me vas ayudar, pero Juan dijo que no sabía hablar en un micrófono y mucho menos como se jugaba la lotería, y después de convencerlo y explicarle un poco, se puso a animar, “recuerdo que el del sonido me dijo ya la hiciste síguele así”.


Animado todos los domingos desde las 4 de la tarde acudía a ponerle vida a la kermés y lotería, además de aprender más sobre como jugarla, “tanta fue mi ilusión que llegaba antes de que abrieran las puertas”.


Sin recordar la fecha, relata que Pepe Estrada acudió a buscarlo para que anunciará un evento pero se negó y con engaños lo llevó a la casa del doctor Mora en un jeep propiedad del partido, al darse cuenta quiso escapar pero no pudo pues la puerta se abría por fuera.


El anunciador


Al llegar el galeno le dijo que el trabajo era para el señor obispo, pero después de tanto insistirle aceptó, escondido al interior del vehículo empezó a anunciar las bodas de plata sacerdotales de Monseñor Celestino Fernández y Fernández, que se realizaron el 20 de diciembre de 1963.


Desde entonces a la gente le gusto su forma de anunciar, por lo que fue contratado por doña Margarita Calvo de Espina, quien fungía como presidente del comité de padres de familia de la escuela Valentín Gómez Farías, para que anunciara las funciones de cines que se realizaban en el desparecido Cinema Ideal y Beatriz, para recaudar fondos y mejorar la infraestructura de la institución.


Meses después, el empresario Ramón González Pérez, lo invitó a trabajar como animador en la carpas de la Corona, siendo la población de Magdalena Jaltepec, Nochixtlán, en donde acudió por primera vez del 20 al 23 de julio, y después en Santiago Huajolotitlán del 24 al 16 del mismo mes.


Antes de aceptar se lo hizo saber al doctor Mora, quien al principio se resistió pues decía que no los podía dejar ya que él fue quien lo apoyó y brindó trabajo como animador, pero al saber que se lo había pedido González Pérez, aceptó.


Al cumplir con su jornada de trabajo, don Ramón lo citó en su oficina y de la caja fuerte que tenía en la pared, sacó varios billetes de 50 y le pago la cantidad de 350 pesos, “me temblaban las piernas de emoción pues era la primera vez que me pagaba esa cantidad”.


Meses después, le avisaron que ya no había trabajo en la Corona, pues la empresa  había sido suspendida; por tal razón, con los consejos de su amigos, decidió empezar a armar su equipo de sonido, cuyó costo no recuerda y aun lo conserva como recuerdo en su casa, después logró obtener en pagos dos camionetas, así también le compró a  Ramón González un planta de energía eléctrica.


Desde entonces empezó a anunciar a todo tipo de comercios, con una mano en el micrófono y otra al volante, mientras uno de sus hijos ponía la música, “tuve competencias claro que sí, uno de ellos fue don Manuel Ramírez Acevedo, el inolvidable “Trovador Mixteco”, quien a pesar de vender la publicidad a 5 pesos y yo a 35, no aguantó”, recordó. 


Otros fueron, según él, Francisco Javier Guevara Martínez, actual conductor de la noticias en la estación local de Huajuapan, Sergio Magna Pada, el locutor Ramírez Méndez  entre otros.


En 1969 fue mayordomo de San Isidro Labrador, capilla ubicada al lado oriente de la ciudad, acordando con los integrantes de la banda de Santa María Tindú, Tezoatlán de Segura y Luna, que el día 14 de mayo se debían presentar, pero transcurrían las horas y no llegaba.


Pidió a Raúl Hernández ir por la banda hasta esa población, pero dijo que no sabía dónde quedaba; al pasar las horas regreso sin nada y con las llantas destruidas de su camioneta.


Ante ello, Juan Herrera se fue a buscar otra banda a poblaciones como Santiago Huajolotitlán, Santa María Camotlán, Santiago Cacaloxtepec, entre otros, pero no encontró, por lo que contrato un mariachi para que amenizara el jaripeo.


“Para ponerle más ambiente tuve que empezar a narra los toros, que antes iniciaban alrededor de las 4 de la tarde, al escucharme la gente me empezó a abuchear porque no había música de banda, y después pero poco a poco me empezaron a aplaudir”, recuerda.


Desde entonces fue bautizado como el primer narrador con sonido en los jaripeos, cuyo costo equipo no recuerda, y empezó a ser contratado en diferentes colonias, recuerda que su hijo le ayudaba a poner discos de aguja, pues en esa época no había grabadoras.


“Una vez fui a narrar un jaripeo de Santa María Xochixtlapico, y de repente un muchacho me gritó ¡ora Chinuni! y contesté ¡tu abuela!, pero dije no es correcto, otra vez me volvió a decir y le respondí tu hermana”.


Pensó que la gente se iba enojar pero se empezó a reír, y ellos mismos le decían al joven vuélvele a decirle, pero ya no quiso y solo se escondía entre ellos.


Dice que la palabra “No mamas”, la cual escuchó de un muchacho que trabaja con él cómo electricista en un banco que se iba inaugurar, le añadió “dijo cacalox” de una banda que era de Santiago Cacaloxtepec, logrando componer la frase  “No mamas dijo Cacalox”, que grita en los jaripeos cuando algún montador se tardaba en subirse al toro.


Señala que en la actualidad si le afectado la tecnología,  pero también le agradece por le quitó un poco de trabajo pues no se daría abasto y a su edad se cansaría mucho, sabe que hay mejores narradores y voces para hacer publicidad, pero se siente orgulloso cuando la gente le dice “el que no conoce a El Chinuni, no conoce Huajuapan”.


Hace diez años le detectaron diabetes, enfermedad que también padece su esposa Rafaela Casares con quien ha compartido 60 años de su vida, a quien también le agradece por contribuir económicamente y moralmente para sacar adelante a sus 12 hijos: seis hombres y cuatro mujeres, quienes ahora cuentan con una profesión u oficio.

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