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Barro de yucunchi, la alfarería una tradición mixteca

Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

VISTA HERMOSA, Santo Domingo Tonaltepec, Oaxaca.- Entre el Nudo Mixteco o cerro Verde (Yucu cui) y el cerro de Sol (Yucunchi) se encuentra la localidad de Vista Hermosa, flanqueada entre montañas rosas y blancas. Ahí, doña Librada Miguel Ramírez preserva junto a siete integrantes de su familia la tradición del barro yucunchi, peculiares piezas utilitarias y decorativas, denominadas: loza chorreada, pintada con cáscara de encino.


Su sentimiento por la tierra se transforma en ollas, cántaros, jarros, comales, cajetes y piezas en miniatura que tienen como destino el mercado de Asunción Nochixtlán, cada domingo; aunque la mayoría de las veces ella trabaja por encargos especiales. Ahí, entre el viento seco que empolva la piel, su mirada al hacer contacto con el barro es una danza ceremonial.


El sol cae lentamente sobre la tierra blanca, enmarcan la imagen los paisajes musicales de la región Mixteca, una suerte de banda sonora ejecutada por el canto de gansos, gallinas, gallos, pollos, cerdos y perros se orquesta, mientras las manos de doña librada cogen el barro para mostrar el proceso que lleva cada pieza.


Ella recuerda que, desde que tiene uso de razón, se dedica a la elaboración de estas piezas. También recuerda que hace una década, al menos, las mujeres de otra de localidad de Santo Domingo Tonaltepec: San Francisco Río Blanco, también se dedicaban a la alfarería. Hoy en día asegura que sólo son 17 personas las que ejercen este oficio y solo en Vista Hermosa, de donde es originaria.


Una comunión con la tierra


Librada Miguel Ramírez comparte que el barro lo encuentran en el monte, allá donde dejan las ollas para regar sus tierras -a menos de cinco kilómetros de su casa- ahí encuentran varias clases de arcilla: el barro liso, el áspero, el amarillo, el colorado, el negro y el gris. Tras irlo a recolectar lo dejan secar, luego lo parten, lo humedecen y luego lo mezclan si es necesario, para después colarlo.


Con esta preparación elaboran sus tradicionales ollas, cazuelas, cajetes, cántaros, jarros, comales y miniaturas, totalmente a mano, no tienen ni moldes, ni tornos. Tras levantar verdaderas obras de arte, las mujeres cubren las piezas para que al secarse no se fragmenten y, tras este secado, puedan hornearse. De temperaturas, acepta, no sabe, solo constata que el barro llega al rojo vivo y minutos después es cuando le chorrean el té de cáscara de encino y nopal. Esta tintura característica del barro yucunchi les otorga una cualidad especial a sus piezas.


Los comales no se tiñen y los hacen sobre un tepalcate cocido y molido, ahí extienden su barro para elaborar el comal y lo trabajan, moldean de varios tamaños. Otras piezas, como los jarros típicos, para el café, tepache o pulque llevan un proceso de raspado o bruñido, con piedras lisas que encuentran en la montaña.


Doña Librada da la explicación luego de un pesado día de trabajo, ya que la entrevista coincide con el día del niño, razón por la que a las cuatro de la madrugada se fue a la escuela del municipio para preparar comida para el festival. A su regreso, poco después de las seis de la tarde (para ella las cinco, en "horario de dios") llega a su casa cansada, aún así abre las puertas de su taller para mostrar el proceso.


Mientras sus pollitos juguetean en un pequeño huacal cubierto con una sábana, ella habla de la necesidad que tiene de adquirir un torno, con lo cual dice, facilitaría su trabajo, pero para comprar uno tendrían que organizarse varias y cooperar. Y justamente lo que señala es que ahí las alfareras trabajan por separado, cada quien por su lado, excepto ella y sus hermanos.


El oficio de la alfarería en Vista Hermosa está en manos de las mujeres, confiesa, aunque los hombres las ayudan a recolectarlo, transportarlo y a veces a quemarlo. "Gracias a mi esfuerzo tengo clientes, pero lo que me falta es lograr una mejor producción. Lo cierto es que no me dedico totalmente a esto. En mi caso es un cariño, cuando no trabajo siento feo, una culpa, como que no hice completo lo que tenía que hacer."


Además de dedicarle sus ratos libres a la alfarería, porque no queda de otra y en el caso de Librada Miguel Ramírez es una pasión, ella cuida a sus animales, a sus plantas y también se dedica a las labores de la casa. Confiesa que nunca ha dejado de trabajar y que eso la ha sacado a flote; pronto, dice, adecuará un espacio para elaborar sus piezas, ya que su localidad forma parte de una ruta de artesanos, en el proyecto del Geoparque de la Mixteca.


El mal sabor de su experiencia con la innovación


Librada Miguel Ramírez sabe lo que quiere y sabe lo que no le gusta. Cuenta que hace un tiempo llegaron a Tonaltepec los integrantes de un colectivo llamado Innovando la tradición, quienes le propusieron a un grupo de alfareras de su municipio elaborar piezas diferentes a las que hacían.


"En el grupo de Innovando éramos varias, pero a veces nada más estábamos como relleno y el beneficio es solo para unas cuantas [...] Nos dieron una plática sobre darle otros toques a nuestras piezas, que se parecieran a unas que nos enseñaron, pero que no fuera totalmente iguales; yo siento que no me convino, siento que a mí me engañaron, nos trajeron unos objetos diferentes y querían que con nuestro barro armáramos una pieza intermedia, juntar las dos formas en una, hicimos todo el esfuerzo que pudimos. Se llevaron las piezas. A algunas les hicieron pedidos, a otras no, así que no caminamos parejo y mejor me aparté de ellos."


Y continúa: "Estoy disgustada porque pues no... luego hay personas que no son alfareros y se agregan, se benefician más que todos los que trabajamos desde hace mucho años aquí." Por esta experiencia prefiere trabajar por su cuenta y confía en que su trabajo habla por ella y por eso le hacen pedidos, además de ir, religiosamente, cada domingo a Nochixtlán.


Es fiel a su oficio, una actividad íntimamente relacionada con la tierra y sus ciclos. No le gusta aprovecharse de la gente, asegura, y aunque participe en expo-ventas, la inviten a exhibir o le hagan pedidos grandes, no abusa al cobrar. "A mi familia y a mí no nos gusta aprovecharnos de las personas y creo que por eso no tengo problemas para vender. Sé que sí le podríamos ganar un poquito más, pero prefiero mantener a mis clientes. En mi familia yo, mi hermana, mi hermano y cuatro de mis hijos nos decidamos a esto. Somos ya pocos los que le seguimos a la alfarería; es como una costumbre o religión para nosotros."


Esperanzada en levantar pronto su taller y motivada porque pronto inaugurarán una ruta de artesanías en su región, fija la vista en el horizonte, viendo hacia el Cerró Pelón, que será el símbolo del escudo con el que promocionarán su localidad: "ese cerro estará en una lonita que nos darán a quienes trabajamos como alfareros aquí." Mientras tanto, su trabajo se puede adquirir en el mercado de cada domingo en Nochixtlán.


Lo que debes saber:


Habitan Vista Hermosa: 70 personas y 32 familias.


Se les conoce como "los de la loma" porque son del barrio de la Loma Blanca.


En esta localidad solo queda gente mayor. Los jóvenes decidieron emigrar.


Cinco datos:


El barro de yucunchi se le llama así, porque yucunchi en mixteco significa: cerro de sol.


Los precios van de los 10 a los 250 pesos, dependiendo de la pieza.


Siete personas en la familia de doña Librada se dedican a la alfarería.


En todo el municipio son máximo 16, los que se dedican a este oficio.


Anteriormente en su localidad vecina, San Francisco Río Blanco, también se hacían piezas de barro, ahora el oficio ha remanecido.


 


FRASE


"En mi oficio nada más que uno no le eche ganas, pero trabajando bien yo creo que sí se puede salir adelante; no nos vestimos bien ni andamos muy arreglados, pero no tengo necesidad de ir con un patrón y tampoco de emigrar."


Librada Miguel Ramírez, alfarera.

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