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Luto y llanto junto a la basílica

Foto(s): Cortesía
Redacción

Las fresca mañana de ayer se tiñó de sangre. De pronto el cielo y la calle enmudecieron. Durante unos minutos los rayos del sol dejaron de calentar. En cuestión de segundos la avenida Independencia – una de las principales arterias de la capital oaxaqueña- palideció.


El trajinar cotidiano se detuvo cuando sobre la carpeta asfáltica yacía el cuerpo sin vida de un menor, quien junto con su madrastra fueron arrollados por un camión del servicio urbano mientras circulaban en su motoneta.


Una vendedora de flores de cempasúchil, aseguró haberlo visto todo. “Se escucharon unos gritos y después un golpe muy fuerte. Por poco me toca, yo estaba parada aquí en esta banqueta”, indicó.


Aún con la pesada carga de flores en el hombro, la mujer continuó su relato: “El camión se paró y el hombre ese – el chófer- se bajó corriendo, pero unos que venían caminando en la banqueta lo agarraron. Nadie había visto al niño solo a la señora ahí tirada, no se quien le habló a la policía y a los doctores – paramedicos- pero dijeron que el niño ya había muerto”, narró.


Tras ser identificado como Martín Rodrigo, de 11 años de edad el cuerpo fue cubierto por una sabana azul. Elementos de la Policía Vial acordonaron la zona, sin embargo no pudieron evitar que los curiosos tomaran fotografías.


El camión permaneció en el mismo lugar por espacio de una hora, en su costado derecho las huellas del fatal accidente; a la motoneta azul poco le faltó para quedar debajo de la llanta delantera derecha. En el frio asfalto quedaron derramados un bote de salsa de pollo, frijoles negros y un pan bolillo. que presumiblemente era el desayuno del pequeño.


El cuerpo de Martín esperaba ser recogido por las autoridades.


Al dejar su hogar ayer por la mañana nunca pensó que el amanecer del 31 de Octubre sería el ultimo de su vida.


Por minutos el tiempo pareció detenerse. No hubo ruido. Grupos de personas sacaron sus conjeturas, algunos se sintieron expertos en peritaje y opinaron sobre la responsabilidad de los conductores de ambos vehículos en el percance; otros más señalaron la falta de casco en los usuarios de la motoneta, y criticaron la forma de conducir de ambos conductores implicados en el caso.


Una señora notablemente perturbada por el escenario que en sus ojos se reflejaba se limitó a realizar una plegaria y pedir por el descanso del alma del niño quien de un golpe vio esfumarse sus sueños, ilusiones y sus días.

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