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Anthony Bourdain; su amor por México y por la comida de Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

La relación que Anthony Bourdain tenía con México iba más allá de ser un punto más en el recorrido televisivo que hacía en sus programas como Parts Unknown o No reservations. Es el país que le dio a uno de sus mejores sous chefs y el que le hizo reconocer que los nachos no son verdadera comida mexicana.


Bourdain defendió en más de una ocasión el trabajo de los mexicanos en las cocinas de los restaurantes estadunidenses, reclamó a sus compatriotas el desastre que han causado en México por su demanda de drogas y señaló lo compleja que puede ser la cocina mexicana, en especial la oaxaqueña.



 


Así como recorrió la Central de Abasto y conoció a los cargadores y vendedores, caminó por las calles de Tijuana y Ciudad de México en busca de los mejores tacos, siempre acompañados de una cerveza fría o, por qué no, un poco de mezcal. 


“México es nuestro hermano de otra madre. Un país con el que, nos guste o no, estamos inexorable y profundamente involucrados, en un cercano pero muchas veces incómodo abrazo”, escribió Bourdain en un texto que servía como respuesta a los dichos de Donald Trump sobre los ‘bad hombres’ y los mexicanos que robaban los trabajos de los estadunidenses.



 


En ese mismo texto, defendió el trabajo de los mexicanos en las cocinas estadunidenses y aseguró que la industria restaurantera colapsaría de no ser por ellos. Para muestra, el chef ejecutivo que manejaba los dos restaurantes de Bourdain: Carlos Llaguno García.


El poblano, que murió en 2015 a causa de cáncer, comenzó a trabajar con Bourdain cuando tenía apenas 17 años y fue gracias a su trabajo que años después el propietario de Les Halles lo dejó a cargo de su cocina para dedicarse a sus programas.



 


“(México) es un país con el que me siento particularmente apegado y agradecido. En casi 30 años de cocinar profesionalmente, cada vez que entro a una nueva cocina, hay un chico mexicano que me cuida, me enseña cómo es la cocina, qué es qué y dónde está”, escribió el chef y aseguró que en varias ocasiones acompañaba a esos cocineros, como en el caso de Llaguno, a sus ciudades natales para conocer sobre su cultura y su amor por la cocina, que aseguraba Bourdain era algo que inculcaban las madres y abuelas con orgullo y amor.


Bourdain entendía, o al menos trataba, lo complejo que era México. No sólo en cuestiones culinarias, sino social y políticamente. Sabía que el gran problema de nuestro país era la corrupción y, en los últimos años, el narcotráfico, pero a pesar de eso, confiaba en la resiliencia de las personas para salir adelante.



“Lo que aprendimos es que México nunca cambiará. Que es irremediablemente corrupto, desde el inicio hasta el final. Que es inútil resistirse o esperar un futuro más feliz. Pero hay héroes que se niegan a seguir esa corriente”, finalizó.

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