El proyecto multidisciplinario que ilumina los sentidos y eriza la piel, durmió durante una pandemia y dos Guelaguetzas, hasta que lo despertó el llamado del cuerno del “viejo que nunca muere”.
El espectáculo tiene varias lecturas: es una travesía poética por el poder de la música, por la belleza que se encuentra en las contradicciones del ser humano.