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El lector furtivo: Lord Byron

lord-byron
Foto(s): Cortesía
Luis Ángel Márquez

Rafael Alfonso

 

“Fuera vuestras ficciones de endebles romances;

¡esas prendas de falsedad que ha tejido la locura!

Dame el rayo suave de la mirada que respira el alma,

o el éxtasis que habita en el primer beso de amor”.

Lord  Byron

 

George Gordon Byron prácticamente nació con el romanticismo y al momento de su muerte, a los 36 años, era el poeta más famoso de su tiempo. Si bien llegó al mundo en el seno de una familia noble, de su padre sólo heredó el temperamento impetuoso y aventurero. Se sospecha que tanto él como algunos miembros de su familia fueron presa de lo que después se conoció como trastorno bipolar, donde los episodios de excitación se alternaban con periodos depresivos. No es de extrañar entonces que Byron fuera la voz misma de la melancolía.

El romanticismo llegó para renovar la escena cultural del mundo y fue el primero en estar presente en el orbe entero. Sus valores reaccionaban contra el neoclasicismo imperante y volteaban sus ojos a las expresiones culturales de los pueblos. En un primer momento, el vocablo deriva de la palabra “romance” ya que, a diferencia del neoclasicismo que tenía por lengua predilecta el latín, el romanticismo crea sus productos culturales en las lenguas derivadas de de la ocupación romana en Europa.

James Boswell, en 1768 (veinte años antes del nacimiento de nuestro poeta), fue el primero en utilizar la palabra romántico como adjetivo para diferentes aspectos de la vida. Así surgieron los paisajes, los sonidos y las actitudes románticas. Seducidos por esta nueva terminología, artistas e intelectuales adoptaron el término que finalmente dio nombre al movimiento cultural que ponderaban la intensidad de los sentimientos, el arrebato y la pasión desmedida, así como la libertad de los individuos y de las naciones, muchas de ellas emergentes por revoluciones independentistas. 

Precisamente, hacia el final de sus días, harto de Inglaterra  -y un poco huyendo de sendas acusaciones por sodomía e incesto- viajó por diversos países de Europa y finalmente terminó en Grecia, donde participó activamente en la independencia de ese país. Ahí cayó enfermo y se presume que a raíz de unas salvajes sangrías -una práctica médica ya en desuso- desarrolló la sepsis que lo llevaría a la tumba.

Un supuesto romance con Mary Shelley fue quizá el más sonado de su historia, por la notoriedad que tomara la autora de "El moderno Prometeo", pero quedaría lejos de ser su relación más trascendente. Iniciado en la actividad sexual casi en la infancia, Byron siempre tuvo en alta estima los placeres sensuales. A decir de él mismo, sus amantes se cuentan por cientos, y como consignan las páginas censuradas de sus diarios, no era ajeno a las experiencias homoeróticas.

Independientemente de todo lo anterior y de la fama que alcanzó su carácter arrebatado y pasional, Lord Byron se tomó el tiempo para escribir poemas que denotan una sensibilidad a flor de piel, una alta estima por las acciones nobles y una sin igual noción de la armonía y la belleza. No por nada fue admirado por el público que lo convirtió en una suerte de rockstar de la poesía, sino también por intelectuales de la talla de Goethe.

 

 

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