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Cincuentenario

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Javier Sarmiento Jarquín

Parece que solo ha pasado un ayer cuando, siendo un puñado de jóvenes preparatorianos cargados de ilusiones, pensando en un futuro prometedor y tratando de hacer realidad nuestros anhelos, nos inscribimos en la Escuela de Medicina y Cirugía de la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca, iniciando así, con el ímpetu de nuestra juventud, el camino hacia la difícil profesión de ser médicos.

¡Cómo olvidar, durante el primer año, la incertidumbre por conocer los secretos que guarda el cuerpo humano! Descubrimos entonces la anatomía que nos brindaron solícitos los cuerpos para su disección, las reacciones bioquímicas de los diferentes aparatos y sistemas, la organización microscópica de nuestras células y conocimos de viva voz los males que nos aquejan, además de cómo prevenirlos y la farmacopea que nos ayuda a combatirlos.

Fue maravilloso iniciar las prácticas clínicas donde podíamos interrogar, explorar, palpar y tamborilear a los enfermos hospitalizados; dicho sea de paso, en nuestro hospital/escuela “Dr. Aurelio Valdivieso” de la Secretaría de Salud. Nos movían las ansias de poner en práctica lo que ya veníamos aprendiendo, gracias a nuestros catedráticos que, sin ningún pudor, nos regalaban sus experiencias que nutrían más nuestros sueños de convertirnos en grandes galenos.

Durante nuestra preparación académica fuimos testigos presenciales del eclipse total de sol de 1970, siendo el ombligo del mundo la población de Miahuatlán de Porfirio Diaz; también atestiguamos los movimientos políticos estudiantiles de 1968 y 1970. Con las voces y guitarras de un trío de cuatro, nos dábamos tiempo para llevar serenatas, y se formó también la Rondalla de Medicina, llevando conciertos a diferentes instituciones. Por supuesto, son inolvidables los bailes de “Sábado de Gloria” en la explanada de la Escuela de Medicina, teniendo como invitados de honor al Gobernador del Estado con su gabinete, al rector de la Universidad y al Director de la Institución.

Pasaron los años y, como todo lo que inicia, termina, nos graduamos de esta noble carrera. Hace cincuenta años, llegó el momento de soltar las amarras e iniciar por nuestra propia cuenta el viaje por el mundo de la ciencia, para poner en práctica lo aprendido, con la misión de salvaguardar la vida y la salud de nuestros pacientes, aplicándonos el “Juramento Hipocrático”. Algunos, como médicos generales, otros cursando diferentes especialidades.

Ahora, cinco décadas después de haber iniciado este sueño, podemos decir “misión cumplida” a la sociedad que nos brindó su confianza, sin que esto quiera decir que dejemos de ser médicos, lo seremos hasta el final de nuestra existencia.

Ya no están entre nosotros, porque se adelantaron en el viaje sin retorno, los doctores Ramón Topete, Alberto Sánchez López, Rolando Mejía Sigüenza, Sergio Vásquez Cruz, Mario Bustamante del Valle, Alfonso Santos Figueroa, Pedro Pablo Ruiz García, Rafael Aragón Kuri, que siempre tendrán un espacio en nuestra memoria y en nuestros corazones.

¡Honor a quien honor merece!

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