Pasar al contenido principal
x

Reflexiones sobre la muerte

mujer_en_dia_de_muertos
Foto(s): Cortesía
Redacción

CONSULTORIO DEL ALMA: CUENTA CONMIGO

Alejandro José Ortiz Sampablo

Estamos a menos de tres semanas de las festividades del Día de Muertos; de pequeño eran fechas muy esperadas, pues eso aseguraba la visita a los abuelos. Ahora caigo en cuenta que siempre nos referíamos a las abuelas cuando preguntábamos si iríamos a visitarlos; ellas eran grandes anfitrionas.

Fiesta y misterio

Los altares eran tentación y misterio, también buena ocasión para prestar atención de aquellos familiares que ya no se encontraban entre nosotros, quienes nos jalarían las patas si teníamos la osadía de robarnos algún dulce, cacahuate o nuez; uno que otro nieto burlábamos dicha advertencia obteniendo el permiso de la máxima autoridad, la abuela. El aroma a incienso y de la flor de Cempasúchil dominaban el ambiente, pero a mí me gustaba percibir cuánto olor se desprendía del altar. Al estar tan cerca del altar para disfrutar de sus aromas y de sus formas, me surgían un sinnúmero de interrogantes sobre la muerte; incluso llegué a jugar a recostarme y cerrar los ojos para pretender que moría y así saber qué existía en el más allá, donde se encontraban las personas de las fotografías.

Las pérdidas

En esos días no me detenía a pensar que mis seres amados algún día dejarían de existir, que ya no podría abrazarlos jamás. Mis abuelos ya no están con nosotros, dos de ellos partieron mientras me encontraba lejos; fue de mi abuelita Esperanza, Lancha como le decíamos, de quien pude participar en todo el ritual funerario. Esos días fueron de reflexión, recordé que las últimas veces que platicamos hablaba de su deseo de morir, ya estaba muy viejecita.

Nuestra cultura oaxaqueña, herencia zapoteca y mixteca principalmente -pues recordemos que son al menos 14 etnias con mayor presencia en nuestro estado-, cuenta con una riqueza en rituales funerarios, donde uno puede despedirse y ayudar a partir al más allá a su ser querido.

Ya no soy ese pequeño que esperaba la celebración del Día de Muertos para probar de las bondades del altar de los fieles difuntos y quien veía a la muerte a lo lejos, pues el recorrido en la vida, pero principalmente en el Psicoanálisis, me han permitido ver y disfrutar con otros ojos a mis seres queridos.

Recuerdos

En algunas pláticas de adultos escuchaba decir que la vida nadie la tiene comprada, que la huesuda en cualquier instante puede llegar. De niño tenía la oportunidad de estar presente cuando conocidos de mi padre llegaban a contarle sobre sus pérdidas; él, en ocasiones era severo con ellos, supongo porque conocía su historia, pues les recordaba lo groseros que habían sido con el padre, la madre o hermano -según era el caso- para después preguntarles cuál era el motivo de su sufrimiento y sus lágrimas. En ese entonces no me explicaba por qué algunas personas se quejaban amargamente de su pérdida, cuando en vida de su ser querido se habían comportado fríos y distantes, incluso groseros. Ahí aprendí que para prepararse -si es que puede decirse de tal manera, pues para la pérdida de un ser amado no creo exista método para ello- es la honradez al amor que nos despierta, y no me refiero al amor pusilánime, ese que engaña, o aquel que se traiciona solo porque el amado no cumple o deja de cumplir nuestras expectativas.

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.