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La subversión de los valores y la conveniencia del yo

hermanos
Foto(s): Cortesía
Redacción

Alejandro José Ortiz Sampablo

En la transmisión del viernes pasado del programa “La hora del deseo” mi colega Rafael mencionó un fenómeno social que aconteció en las últimas décadas, la transición de los viejos valores humanos a los actuales. Aludió a dos hechos históricos, el primero, donde la humanidad estuvo regida por los valores dictados por la religión; el segundo, al revuelo de los ideales originados a partir de las dos guerras mundiales y que concluyó con la caída del muro de Berlín.

De los valores como diques a los valores a modo 

Si nos preguntamos por los valores humanos, acudirán a nuestra memoria la ética, el amor, la amistad, la libertad, la paz, la responsabilidad, la justicia, la equidad, la tolerancia, la bondad, la solidaridad, la honestidad, el respeto al prójimo, entre otros. Cuando mencionamos la caída de los valores, no significa que estos no operen más en la conducta de los seres humanos, pues como podrán observar, los valores citados son vigentes, hemos escuchado de ellos en algún momento de nuestra vida y a muchos nos intentaron educar con ellos. Hoy, posiblemente, algunos padres aludan a determinado valor moral para dirigir a sus hijos en la vida.

El incremento escandaloso de la delincuencia, del consumo de tóxicos y de hijos que agreden o faltan el respeto a sus padres, son la señal que esos valores han dejado de operar.

¿Qué es lo que sucedió?

Si nos remitimos a cada valor humano, encontraremos que convergen en un punto, pues para que el ser humano cumpla o dirija su vida con ellos, este habrá de renunciar a la satisfacción de algún impulso primario o, por lo menos, postergarlo. Por otro lado, existen hechos históricos donde un grupo determinado de personas, tomaron de estandarte alguno de los valores para invadir la autonomía de un pueblo o exterminarlo, en otras palabras, tomaron aquello que se supone coarta los impulsos primarios para, precisamente, hacer efectivo el ejercicio de ellos -en este caso la agresión-, pero al justificarla de tal manera, la legitiman.

Una de las trampas del yo

Tales hechos evidencian como un grupo de personas puede confluir en hacer uso de los valores de acuerdo con determinada finalidad. Podemos suponer que lo anterior es una tendencia de la entidad psíquica llamada 

Yo, expresada a nivel macro, en lo social. En la clínica psicoanalítica tenemos la oportunidad de escuchar a nivel micro, en lo particular de cada paciente, dicha tendencia del Yo en sus expresiones delictivas, toxicómanas o agresivas. 

Por regla general, después de obtener del paciente la información, esta arroja a la luz que tales expresiones son el resultado de la intolerancia del yo a la coartación de sus impulsos internos, la cual es la consecuencia de que los diques de la cultura no se hayan instaurado a tiempo en el psiquismo del sujeto en cuestión.

En el desarrollo temprano del ser humano hay dos fuerzas que realizan un recorrido paralelo, una, a la cual Sigmund Freud llamó pulsional y otra, proveniente del mundo exterior, llamémosla realidad, de la cual devendrán los diques de la cultura (asco, vergüenza, moral y estética). La primera alcanzará su pleno desarrollo, por su parte los diques que han de contenerla se instaurarán, pero si estos no logran instaurarse antes de que la pulsión logre su madurez, ¿qué te imaginas que sucederá?

 

¿Quieres saber más? Escúchanos este viernes en punto de las doce del día por: https://www.facebook.com/RadioUnivas. 

Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.! [email protected]

 

 

 

 

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