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Ideales y penas del Yo

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Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Este viernes, en La hora del deseo / Alejandro José Ortiz Sampablo

Llenar nuestra vida de sentido nos permite a los seres humanos hacernos ligero el tránsito por este mundo. Algunos encuentran este sentido en formar una familia o en la búsqueda del amor de pareja. Otros más han de encontrarlo en la preparación y desarrollo profesional, en el altruismo o en la obtención de riquezas.

Como agua en las manos

Ahora bien, no es que cada mañana nos despertemos con la conciencia del sentido de nuestra vida o preguntándonos si acaso esta tiene alguno. La mayoría de las personas, cada día nos levantamos y simplemente continuamos con la rutina trazada desde hace muchos años. De igual manera, hay para quienes cada despertar implica el reinicio de la mortificación que se expresa en estas palabras: “¿qué estoy haciendo de mi vida?”

Podríamos pensar que, si a un sentido se dirige la vida es al cese de esta, es decir la muerte. Si bien, a lo largo de la existencia humana, se han creado valores que seguir, para muchas personas, estos terminan por ser un motivo más de mortificación, al no cumplir con tales ideales. Alcanzar el éxito, la riqueza, la felicidad o el estándar de belleza, se vuelven para muchos los raseros con los cuales medir su propia valía, sin tener la menor idea de lo que ello implica.

Espejismo

Llenar la mirada de la entidad psíquica llamada Yo, o como se dice popularmente “dorarle la píldora”, no es cosa difícil. Esto se debe a que dos de las operaciones psíquicas tempranas de dicha entidad, la introyección y proyección, lo llevan en corto tiempo a crear ideales, con los cuales se identificará y por lo tanto pretenderá alcanzar de manera permanente. Si aunado a esto agregamos los estados afectivos y fantasías que se envuelven en los mencionados ideales, la situación se complica cuando salimos en su búsqueda. Al constituirse el aparato anímico desde el principio de placer-displacer, tanto fantasías como estados afectivos, por regla general estarán determinados por la ganancia de placer y la evitación de displacer, en otras palabras, cuando la persona piensa en sus ideales, pocas veces toma conciencia de la pérdida de placer que conlleva alcanzarlos.

“… porque veo al final de mi rudo camino…”

Una frase que en mi época de juventud escuché en reiteradas ocasiones es la que menciona el poeta y escritor jalisciense, Amado Nervo, en su poema “En Paz”, aquella que alude a la de ser el arquitecto del propio destino. Hoy pareciera que a las nuevas generaciones no les hemos transmitido esta aspiración, ya que el problema de la pérdida del ánimo o del sentido de la vida, no radica en los raseros de la época -en algunos casos inalcanzables-, pues finalmente estas son ficciones que el Yo crea y sostiene; ficciones que son producto de la identificación.

Pareciera que un mal que aqueja a las nuevas generaciones, es la falta de toma de conciencia de todo lo que implica la existencia, aquello que bien resume Amado Nervo en el poema que escribió cerca de su propio ocaso.

¿Quieres saber más?  Escúchanos este viernes en punto de las doce del día por: https://www.facebook.com/RadioUnivas. Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

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