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De la formación de los psicoanalistas

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Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Uno de los motivos recurrentes por los cuales las personas acuden a una psicoterapia, es el fracaso en la vida amorosa. En mi experiencia, sorprendidas de lo que descubren en las primeras sesiones -la dificultad de renunciar al objeto de amor, ya sea porque este ha preferido a otra, le muestra su desprecio con maltratos o simplemente partió-, son las mujeres quienes con mayor frecuencia deciden continuar con la investigación, es decir, con su terapia analítica. Por su parte, son los hombres quienes en su mayoría terminan por huir ante aquello que les aparece frente a sus ojos, eso que estuvo en juego o antepusieron en la relación amorosa, hoy fracasada.

Asideros y resistencia

La palabra psicoanálisis casi siempre resulta interesante para quien la escucha. He tenido la experiencia de hablarle de él a personas alejadas del conocimiento de esta ciencia, quienes inmediatamente la relacionan con una psicología, pero “que va más al fondo de la mente”. Palabras más, palabras menos es lo que me han dicho tales personas. Ir “más a fondo”, de eso que en las primeras sesiones vislumbra el paciente, es lo que por regla general el sujeto comienza a contemplar para decidir si continúa o no con el tratamiento.

Freud mencionaba tres elementos -tiempo, distancia y dinero-, en los cuales el futuro paciente encontrará un asidero para no continuar con lo que recién comenzaba: “No tengo tiempo”, “está muy lejos” o “no me alcanza”, es decir, se servirá de elementos del mundo exterior (realidad) para evitar aquello que le causará un displacer o, mejor dicho, aquello que se convertirá en una piedra en el zapato de su goce. ¿Podemos suponer que aquellos que se acercan o nos acercamos con la intención de formarnos como psicoanalistas, estamos exentos de esa resistencia a conocer lo más oscuro de nuestra psique?

Cobardía y entrega al goce

“Avanzo, porque de eso no quiero saber nada”, es una frase del psicoanalista francés Jacques Lacan, la cual requiere de interpretación, pues alude a la cobardía que habrá de vencerse para descubrir, por decirlo de alguna manera, lo peor que habita en aquel que se somete a un tratamiento psicoanalítico, más aún si se pretende ser analista. No todos logran vencer dicha cobardía; la tergiversación que muchos han hecho de la teoría freudiana es muestra de ello.

Mencioné en el párrafo final de la nota que antecede a esta, que es por motivo de la perversión de aquel que se dice analista que éste genera malentendidos teóricos en él y en otros, a quienes pretende enseñar Psicoanálisis. Sin embargo, habré de rectificar la frase, pues en sí misma no es la perversión la causante de tales disparates, sino el hecho de que dichos sujetos se abandonan al goce de ella, por lo que, de la misma forma que algunos pacientes encuentran en el mundo exterior las causantes para no continuar en el tratamiento, estos supuestos analistas encontraron en la teoría los elementos para justificar la entrega a su goce.

Continuará el próximo lunes…

¿Quieres saber más?  Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.! Escúchanos este viernes en punto de las doce del día por: https://www.facebook.com/RadioUnivas

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