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Consultorio del Alma; cuenta conmigo: Zarpar al psicoanálisis

Foto(s): Cortesía
Luis Ángel Márquez

Jesús Antonio Martínez Carrasco

 

El psicoanálisis elimina los síntomas de los histéricos

bajo la premisa de que son el sustituto –la transcripción,

por así decir– de una serie de procesos anímicos investidos

de afecto, deseos y aspiraciones, a los que en virtud

de un particular proceso psíquico (la represión) se les ha denegado

{frustrado} el acceso a su tramitación en una actividad psíquica

susceptible de conciencia.

Sigmund Freud

 

En la antesala

La primera terapia fue en la Ciudad de México. Tenía mi cita a las 7 de la mañana, por lo que debí llegar a la Ciudad dos horas antes. El consultorio de la psicoanalista se alojaba en una casa. Había una sala grande que servía como sala de espera, donde se encontraban reliquias, libros, fotos, una pecera y por momentos la visita de un enorme gato que iba por las caricias de aquellos pacientes que accedían a su petición. Recuerdo que esperé aproximadamente media hora antes de pasar. Estaba nervioso, con miedo y al mismo tiempo tenía curiosidad de cómo me iría en mi primer encuentro en la clínica psicoanalítica.

El encuentro

Cuando fue mi turno, subí al segundo piso, entré al consultorio y la bienvenida fue inmediata por parte de la doctora. Tuve un comienzo titubeante, los nervios me dominaban; sin embargo, en el transcurrir de la terapia fui soltándome hasta llegar al instante de hablar “un poco” de lo que me aquejaba. Partí de allí con un buen sabor de boca, apacible y feliz por haber logrado enfrentar algo diferente y expresar mi sentir. Obviamente, ese día no dimensionaba lo que el Psicoanálisis llegaría a encarnar; dentro de mi alegría y entusiasmo había inocencia y simplicidad de ver las cosas. Días después, regresé contento a la segunda sesión psicoanalítica y la salida fue muy distinta a la anterior. La palabra enojado se queda corta para describir mi estado de ánimo. Estaba encolerizado, furioso, cabreado con la psicoanalista por haberme hecho algunas puntualizaciones de las que yo estaba totalmente en desacuerdo, cosa que no manifesté en la sesión. A la vez estaba enfurecido conmigo mismo por haberme permitido hacer algo distinto o salir de mi “statu quo emocional” y desafiar el mundo que ya había construido sobre cimientos placenteros y que según yo funcionaba perfectamente.

Cuando el Psicoanálisis atraviesa el alma

El acercamiento con el Psicoanálisis se había dado. Estuve yendo, a la CDMX, por 6 o 7 meses a la terapia. Durante ese tiempo pude vislumbrar algunos atisbos de lo que era el Psicoanálisis y lo que éste decía de mí. Las sesiones eran de una conmoción, reveladoras y fecundas. Esto no significaba que al terminar cada sesión, saliera de mejor humor, iluminado y sabedor de mis padecimientos psíquicos. Era una combinación de distintos sabores, humores, sentimientos y procesos; agrio, dulce, feliz, enojado, con duda, temor, atrevimiento, por citar algunos. Por momentos me atravesaba la idea de no regresar más, que era suficiente de experimentar y curiosear. Sin embargo, otros momentos profundizaba, brotaba la determinación y la osadía de seguir con mi desarrollo analítico. No podía dejarlo, así como así, si tanto me había costado emprenderlo; además, comenzaba a hacer cambios en mi vida que nunca pensé que me atrevería a realizar.

Continuará…

Busque la última parte el próximo miércoles 6 de octubre en esta misma sección.

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

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