Isela Sedano
Los ángeles nos dicen que la iluminación del corazón se hace a través del amor; la función del corazón consiste en irradiar y encontrar su lugar en el interior de los corazones energéticos que retransmiten al exterior y a las energías que contactan el cuerpo del ser humano; no es difícil ver lo que existe como un elemento disociado del entorno: una mesa, una silla, un animal, una flor o una persona son indisolubles del prana, del aire que los rodea y que constituye la energía tan poderosa y tan densa que contiene el hombre.
Hay distintas densidades en el mundo físico, existen diferentes densidades en su mundo etérico; la densidad se define como algo que muestra lo que está más cerca de la energía de la creación. Por eso, lo muy denso muchas veces se asocia a las dualidades, ya que en los últimos milenios, la energía de creación se desarrolló con la energía de dualidad.
En realidad, la energía de la creación no es dual, pero necesita recuperar su lugar dentro de los corazones, de los espíritus y las formas de pensamiento tan pesadas que existen en la materia y en la atmósfera.
El amor permanece en todas las capas del planeta; cuando está ausente, significa que el ser humano lo ha separado de la materia, de la fuente y de la sustancia de luz; por lo tanto, se debe reinstalar el amor y devolverlo donde está ausente, en cualquier parte que el hombre la haya alejado.
La energía superior que el ser humano tiene es el Amor del Padre; el descenso de la luz en la materia hace que se retome la conciencia y se dirija a donde falta, al lugar que necesita recuperar la fuerza y el equilibrio.
Nosotros, los humanos, somos luz y podemos difundir, sanar y equilibrar a todo ser que carezca de ella; cuando se rechaza la Luz de energía y el amor, es que no están preparados para recibirla y simplemente no los dejan pasar, porque el amor y la luz fluyen en todos, en el camino que caminan siempre y es la energía de Vida que somos nosotros; el separarnos es separarnos de nuestra vida interior y entrar entonces en una etapa de destrucción, de muerte sin renacimiento; hay que dejar que la vida fluya en nosotros, ella se instala fácilmente con amor y alegría.
El amor siempre está presente en cada uno de nosotros y circula libremente en los corazones; solo se necesita ayuda de los ángeles para que la memoria y el recuerdo regrese, que somos amor y debe retomar su lugar en el corazón como se debe. El corazón es simple, lleno de amor, abierto y compasivo hacia los seres vivos y las cosas existentes.
Los ángeles son seres que juegan un papel muy importante, que poseen el conocimiento en su interior y que están muy cerca de Dios en su evolución desde hace milenios; están aquí para indicarnos el camino y para aconsejarnos siempre en la energía que está en el séptimo cielo y que vibra en el amor; si nosotros actuamos en esta energía, parte del acertijo está resuelto: lo que haces con amor te acerca a Dios.
