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¡Adiós Emigdio!, voz de los pueblos indígenas de Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Octavio Vélez Ascencio

Por haber nacido en cuna humilde, Emigdio López Avendaño, el candidato a diputado de Morena, que fue asesinado recientemente, siempre se caracterizó por su compromiso con las comunidades indígenas y por su gran amor a la tierra.


Indígena chatino, nacido en 1968 en Agua Ceniza, Santa Cruz Zenzontepec, ingresó a la escuela primaria hasta los 12 años de edad, ante la carencia de dinero en la familia para costear sus estudios.


“Mandarlo a la escuela, por decirlo así, era un lujo que no se podía dar la familia”, contó uno de sus amigos cercanos y compañeros de lucha, Efraín Solano Alinarez.



En varias ocasiones intentó convencer a sus padres para que le permitieran estudiar, porque preferían que se dedicara al campo. Fue, hasta después de tanta insistencia que por fin logró el permiso de sus padres.


Pero, como no había escuela primaria en su comunidad, todos los días tenía que ir y venir a la cabecera municipal, a una hora de distancia en vehículo.


Al terminar, debió ahora trasladarse al municipio vecino de Santo Domingo Teojomulco para ingresar a la telesecundaria.



“Como entró tarde a la primaria, salió de la telesecundaria a los 20 años”, rememoró otro de sus amigos cercanos, César Vargas Martínez.


Por su tenacidad y empeño de salir adelante, se inscribió en la Universidad Autónoma de Chapingo (Uach) y gracias a una beca que obtuvo por sus excelentes calificaciones, pudo graduarse como ingeniero agrónomo.


A su regreso, empezó a asesorar gratuitamente a las comunidades de la Sierra Sur, sobre todo, en la aplicación de la agricultura de conservación, dejando atrás la vieja técnica de tumba, roza y quema, por tumba, roza y pica, así como la reducción del uso de agroquímicos.


“Nos decía ‘si seguimos con los agroquímicos y la tumba, roza y quema, les vamos a dejar cerros pelones a nuestros hijos y no crecerá ninguna planta’. Era también enemigo del uso de la yunta en las laderas, porque provocaba erosión. Esas eran sus técnicas como una forma de respeto a la naturaleza, a la tierra”, evocó Solano Alinarez.



Siempre inquieto, fue activista y gestor social en la Sierra Sur. Eso, originó que fuera impulsado por los presidentes municipales como candidato a diputado local por el PRD en el año 2000, en una región donde imperaba el cacicazgo priista.


“Tuve la oportunidad de acompañarlo en su primera campaña, pero fue muy complicado porque había comunidades donde estaba prohibido hacer proselitismo por el PRD. Mientras que el candidato del PRI, Carlos Aragón, regalaba despensas y plásticos, pero hicimos la lucha. Siempre decía ‘hay que aprovechar el tiempo desde que canta el gallo hasta que canta el grillo’, así era él, muy comprometido con lo que hacía”, narró Vargas Martínez.


Después del triunfo de Gabino Cué Monteagudo, se incorporó a la administración estatal como subsecretario de Organización y Comercialización de la entonces Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Forestal, Pesca y Acuacultura (Sedafpa).



En el 2016, renunció a ese cargo público y se postuló nuevamente como diputado local, pero ahora por Morena, quedando en segundo lugar en la elección, al desplazar al PRD al tercero.

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