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Albert Soleilland, el asesino del Bataclan

Foto(s): Cortesía
Redacción

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en Francia se sucedieron los crímenes de la Banda Pollet y de los denominados “Apaches”.


Sus correrías ocupaban gran parte de los titulares, que hablaban sobre la necesidad de “terminar con la crisis de seguridad” que tenía lugar en el país galo.


Las críticas al gobierno no se hacían esperar, sobre todo por parte del periódico Le Pet Parisien.


Albert Louis Jules Soleilland nació el 3 de enero de 1881 en Nevers (Francia). Se dedicó desde muy joven a la carpintería y con el tiempo se convirtió en ebanista.


Estaba casado con una joven llamada Julienne y era padre de un niño. Era un hombre de cuidado. En 1902, fue declarado culpable de abuso de confianza.


Posteriormente lo detuvieron por prostituir a su esposa y en 1906 fue arrestado por intentar violar a su hermana, amenazándola con una daga.


La niña que habría de convertirse en su víctima se llamaba Marthe Erbelding, nació el 31 de enero de 1907 en París (Francia), y era hija de unos amigos de la familia.


También llevaba amistad con su propio hijo. Marthe era una niña alegre, a quien le gustaba mucho la música y el teatro.


El 31 de enero de 1907, Julienne Soleilland debía llevar a la pequeña Marthe, entonces de doce años de edad, a ver el espectáculo Ba-Ta-Clan, una opereta de Jacques Offenbach y Ludovic Halévy, que se presentaba en un teatro también llamado Bataclan, en homenaje a la célebre obra.


Era una sala de espectáculos de París, situada en el bulevar Voltaire, en el XI Distrito. Había sido construido por el arquitecto Charles Duval en 1864 con la forma de una pagoda china (en relación con la obra de Offenbach, calificada como chinoiserie musicale y donde se narra la historia de dos franceses expatriados en un lejano reino donde se habla chino), en lo que por aquel entonces eran los límites de la ciudad.


En sus orígenes fue un gran café-teatro, con el café y el teatro en la planta baja y un gran salón de baile en la primera planta. En él se representaban los vodeviles de, entre otros, Eugène Scribe, Jean-François Bayard, Mélesville o Théophile Marion Dumersan, y se daban conciertos.


Pero el jefe de Julienne la obligó a regresar al taller de costura donde trabajaba, para completar un encargo urgente. Su esposo, Albert Soleilland, se ofreció a llevar él a la niña y así lo hizo.


Según contaría aquel hombre, la niña y él llegaron al Teatro Bataclan a las 14:30 horas y vieron la primera parte del espectáculo. Luego comenzó un intermedio, que muchos aprovecharon para salir a estirar las piernas o ir al sanitario.


En ese momento, y siempre según la versión de Albert, Marthe Erbelding desapareció y él asumió que había regresado a su casa.


En realidad, Marthe se negó a ir al concierto sin Julienne, pero Albert la coaccionó para que aceptase acompañarlo. Luego la llevó a su propia casa, en el número 133 de la rue de Charonne.


Una vez allí, Soleilland violó a la niña mientras ella profería gritos de dolor y terror. Enfurecido, la estranguló y luego le clavó un cuchillo en el pecho.


Después, metió el cuerpo en una caja destinada para pintura y transportó el cadáver a la estación de tren del Este. Lo abandonó allí, como si fuera un equipaje olvidado.


Ese fue el lugar donde finalmente se encontró el cuerpo, ya en avanzado estado de putrefacción, por medio de un empleado de la estación de trenes.


A las 17:00 horas, Soleilland regresó solo al hogar de los Erbelding, preguntando si la niña ya había vuelto. Después de que sus padres la buscaron, durante varias horas en las cercanías del teatro, la desaparición de la niña se informó a la policía alrededor de las 22:00 horas.


Albert Soleilland se convirtió de inmediato en el principal sospechoso, pero la familia Erbelding declaró que él era una persona que gozaba de toda su confianza.


Pese a ello, sus declaraciones contenían muchas contradicciones e incongruencias. Ningún empleado del Bataclan recordaba a Albert o a Marthe, y mientras Albert Soleilland afirmaba que el cantante entonó algunas canciones populares, resultó que en esa función el solista no asistió, por estar enfermo.


Para colmo, un vecino testificó que había visto a Marthe apoyada en la ventana de la vivienda del ebanista a la hora del espectáculo.


Los restos de la niña fueron encontrados adentro de una caja, amarrada y llena de botes de pintura. Su cuerpo estaba podrido. La búsqueda del asesino se intensificó, los titulares fustigaron a la policía, las investigaciones se aceleraron.


El 8 de febrero, Albert Soleilland confesó su crimen. La autopsia reveló que la niña había sido violada, estrangulada y apuñalada en el corazón. El sentimiento popular, impulsado en gran medida por la prensa, se expresó con un “Lamento por la pequeña Marthe”, una canción cursi sobre la niña y su trágica muerte.


Se entonaba y se vendía en hojas de papel en todas las esquinas de París.


Su cadáver recibió una misa de cuerpo presente en la catedral de Notre Dame. Al sepelio de la pequeña, que se celebró el 14 de febrero en el cementerio de Pann, acudió una multitud de cien mil personas, según los periódicos, quienes acompañaron el ataúd hasta su fosa.


Se requirieron seis carruajes para llevar los ramos y coronas de flores obsequiadas por los asistentes. Durante décadas, su sepulcro siempre estuvo lleno de flores.


El juicio de Albert Soleilland fue una crisis del régimen. El abogado de Soleilland alegaba locura: "El acusado tenía un estado de locura, pero ustedes, señores del jurado, que no son psiquiatras ni están locos, tendrán que cargar sobre sus conciencias el remordimiento por la injusticia que piden".


En una atmósfera enrarecida después del impactante testimonio de la madre de la víctima, la esposa del acusado, llevando a su hijo para que se enfrentase a su padre frente a los miembros del jurado, causó que Soleilland rogase: "¡Déjenme suicidarme, porque he deshonrado a mi hijo!”.


Pero nada lo salvó. El 23 de julio de 1907 fue condenado a muerte por el Tribunal de lo Penal del Sena, tras solamente veinte minutos de deliberaciones.


Sin embargo, sorpresivamente, el viernes 13 de septiembre fue indultado por el presidente Armand Fallières, quien era un ferviente opositor a la pena de muerte.


La sentencia fue conmutada automáticamente a cadena perpetua. Soleilland navegó rumbo a la prisión el 24 de septiembre de 1907. Fue internado en la Isla Real, donde el horror de su crimen lo privó de cualquier contacto social.


Estuvo condenado a trabajos forzados de por vida, que quebrantaron su salud.


En 1913, Soleilland fue nombrado cuidador del cementerio donde se enterraba a los familiares del personal de la isla. Ese mismo año, fue acuchillado por un joven prisionero.


Tras ser trasladado al hospital, fue agredido de nuevo. Estos incidentes estaban motivados por su abierto comportamiento homosexual y las insinuaciones que a veces dirigía a los prisioneros más jóvenes.


Como consecuencia, fue atacado varias veces por sus compañeros de prisión, inclusive sexualmente.


El Caso Soleilland dio el golpe de gracia al intento de abolir la pena de muerte en Francia, que no se realizaría hasta muchos años después.


Enfermo, envejecido prematuramente y con demencia, pasó encerrado doce años de su vida. Contrajo tuberculosis en el hospital y murió en mayo de 1920.


Dado que la familia de la víctima era judía, el cadáver de Marthe Erbelding fue exhumado en 1960 para ser cambiada a otra tumba dentro del mismo cementerio de Pann.


En 2007 fue exhumada de nuevo y trasladada al Cementerio Guivat Shaoul, en Jerusalén.

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