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CONSULTORIO DEL ALMA: CUENTA CONMIGO; Psicoanálisis, política y ciudadanía

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Jesús Antonio Martínez Carrasco

 

La política no tiene relación con la moral: Nicolás Maquiavelo

Segunda de tres partes

 

De la teoría al pragmatismo

Hace unos días realicé un pequeño ejercicio entre los compañeros de trabajo. Les propuse responder qué era la política para ellos, y las respuestas fueron diversas como: “es un conjunto de medidas que se toman desde el gobierno para regir un estado o nación”; “es una ciencia que trata de velar por el bien común”; “es una manera de administrar el poder por un grupo determinado”; “es la forma de relacionarse entre los gobernantes y sus gobernados”, entre otras opiniones.

Y si recurrimos a algunos autores clásicos para definir la política, encontramos lo siguiente: Platón dice que la política “es causa de bienestar del Estado que debe favorecer al bien público y no el bien particular porque el interés común liga y une a las partes del Estado, mientras que el interés privado desune”. Para Aristóteles “es la coordinación de muchas acciones y, por ello, hay que tener en cuenta la voluntad de los demás”.  Sin embargo, todo lo anterior me recordó a la frase del político Francis Bacon que reza: “Estamos endeudados con gente como Maquiavelo, quienes escriben lo que los hombres hacen y no lo que deberían hacer”.

¿Obra Maquiavélica?

En la obra “El Príncipe”, Nicolás Maquiavelo, en vez de enredarse en definiciones y complicarse con el concepto de política, describe lo que pasaba en la política de la época. Apostar más por la descripción que por la definición ayuda a que la obra sea sencilla y pragmática en su contenido. A diferencia de otros teóricos que definen los actos comandados por la razón, un aspecto que este autor no deja de lado es el papel que juegan los estados afectivos que los líderes o gobernantes atraviesan en distintas circunstancias y que les pueden jugar a favor o en contra para conseguir sus fines políticos o de poder.

Pero, qué nos dice Maquiavelo de lo anterior: “El odio se gana tanto con las buenas acciones como con las perversas, por cuyo motivo […] un príncipe que quiere conservar el poder es a menudo forzado a no ser bueno, porque cuando aquel grupo —ya sea pueblo, soldados o nobles, del que tú juzgas tener necesidad para mantenerte— está corrompido, te conviene seguir su capricho para satisfacerlo, pues entonces las buenas acciones serían tus enemigas”.

O la siguiente frase:

“Ha de notarse, pues, que a los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos, porque si se vengan de las ofensas leves, de las graves no pueden; así que la ofensa que se haga al hombre debe ser tal, que le resulte imposible vengarse”.

Los ejemplos de odio y de venganza que nos muestra Maquiavelo en dichos fragmentos pueden ser tomados como piezas claves para perpetuarse en el accionar de la política.

Continuará el próximo lunes.

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