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Macabrona caso: Yvan Keller, conocido como el "Asesino de la Almohada"

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Foto(s): Cortesía
Redacción

El accionar de un criminal se puede dividir en varias ramas, que pueden ir desde desórdenes mentales, abusos sufridos cuando eran niños, bullying o actos repentinos de violencia, pero sea cual fuere la situación, los ha dejado en la historia negra de los policiales.

Ese peligroso listado tuvo a un sujeto francés llamado Yvan Keller, quien fue apodado a finales del siglo pasado y comienzos de este como "El asesino de la almohada", por haber asesinado a unas 23 personas en Francia, Suiza y Alemania, aunque el sujeto confesó que esa cifra era de más de 150 víctimas.

Keller nació en diciembre de 1960 en la ciudad francesa de Wittenheim y era hijos de padres nómades, ya que su papá era trabajador minero en la región de Alsacia, con lo cual el pequeño Yvan creció en una familia desbalanceada, potenciada cuando murió su madre y fue obligado a trabajar desde joven.

 

 

Sin embargo, lejos estaba de querer ser un "hombre de bien" y comenzó a cometer fechorías, como robos que lo llevaron a la cárcel a sus 17 años. Con la mayoría de la condena completa (sólo le quedaban dos años), fue liberado en 1989 y fue a vivir a la localidad de Mulhouse, y comenzó a trabajar como paisajista fundando su propia empresa que llamó Alsa-Jardín.

El asunto es que el trabajo le iba tan bien que se fue ganando la confianza de sus clientes, y con el tiempo compartió su departamento con una joven llamada Marina, quien en ocasiones lo acusó de haberla obligado a prostituirse para saciar sus deseos por el lujo y la buena vida.

Es por eso que tiempo más tarde se casó con otra mujer, de nombre Severine, aunque se enteró que ésta frecuentaba a otro hombre, lo cual hizo que Keller fuera a buscarlo y amenazarlo de muerte con una pistola. Para estos años, se cree que Yvan comenzó con sus actos criminales aunque pocos se sabe de esas primeras víctimas.

 

 

Primeras muertes

En enero de 1994 una mujer octogenaria (Marie Winterholer) fue encontrada sin vida en su departamento y todo apuntaba a que había sido una muerte natural, pero dos meses más tarde, otra anciana (Ernestine Mang, de 86 años) fue encontrada muerta y acostada boca arriba, aunque algunos de sus objetos habían sido cambiados de lugar y esto hizo que el hijo de la víctima, quien fue que la halló muerta, sospechara de que podía ser un crimen.

A finales de abril de ese año, Augusta Wassmer (77) también fue encontrada muerta en la cama boca arriba, pero otra vez el manto de la sospecha merodeó la escena del crimen, ya que la hija de la occisa, Marie-Francoise Roecklin descubrió que la cama estaba bien hecha y que su tarjeta de banco había desaparecido junto a unas llaves.

Con el paso del tiempo y las investigaciones, se supo que gracias a su trabajo como paisajista, Keller se ganaba la confianza de las mujeres mayores y podía ingresar fácilmente a sus viviendas, en la cual con artimañas se alzaba de dinero, joyas, pinturas y objetos de valor que luego vendía en el "mercado negro". Tras los robos, asfixiaba a las víctimas con una almohada, los acostaba y arreglaba sus camas para que pareciera que era una muerte natural.

Durante 10 años (entre 1993 y 2003), Keller fue objeto de algunas denuncias pero generalmente no prosperaron, hasta que finalmente una de ellas lo condujo a su detención. En el momento de su detención, el criminal confesó los hechos (ocurridos en tres países distintos) pero sólo fue procesado por cinco homicidios: tres en la zona de Haut-Rhin y dos en Bas-Rhin.

Tras ser juzgado por el Tribunal Superior de Mulhouse, la justicia lo halló culpable de los crímenes citados y lo condenó a cadena perpetua, aunque mientras cumplía su pena, decidió suicidarse el 22 de septiembre de 2006 en la cárcel local, usando sus cordones y ahorcandose con ellos.

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