Las autoridades del condado de Solano, en el norte de California, se hicieron cargo de 10 menores luego de que descubrieron que sus padres aparentemente los torturaban, quemaban, golpeaban e incluso disparaban balines con una escopeta de aire comprimido "simplemente por sadismo" , según dijo la Policía.
La vicefiscal del condado, Sharon Henry, señaló que se encontraba "horrorizada" al describir la situación en la que vivían los niños, que tienen entre 4 meses y 12 años.
Las autoridades descubrieron la casa de esta familia el pasado 31 de marzo cuando la madre denunció la desaparición de su hijo mayor, a quien le había quitado una tableta. Cuando los agentes lo encontraron escondido en un arbusto, lo llevaron de regreso a su hogar y descubrieron las sorprendentes condiciones en las que vivían el menor y sus hermanos: basura, alimentos en descomposición y excrementos en toda la vivienda.
"Los oficiales encontraron unas condiciones inseguras e insalubres, como basura y comida en mal estado en el suelo, heces de animales y humanos y una gran cantidad de escombros que hacen que las áreas de la casa sean intransitables", dijo el teniente Greg Hurlbut.
La vicefiscal aseguró que las torturas a los menores ocurrieron en la casa familiar, situada en Fairfield, en el noreste de San Francisco, y que fueron provocadas por un deseo "sádico" de los progenitores. Las autoridades obtuvieron los detalles de lo que allí ocurría tras interrogar a los menores por varias semanas.
"Se te parte el corazón y te duele profundamente el saber que un padre o cualquier otra persona puede cometer esos actos", añadió Henry.
"Quiero a mis hijos... y mi marido también"
Por su parte, los progenitores han negado estas acusaciones. El padre, Jonathan Allen, de 28 años, se encuentra arrestado acusado de siete delitos de tortura y nueve de abuso infantil. Ina Rogers, de 30, fue detenida el pasado mes ante la sospecha de negligencia en el cuidado, pero fue liberada tras el pago de una fianza de 10,000 dólares.
Rogers justificó el estado de la casa cuando los agentes llegaron al hogar a la desesperación que sufrió al ver que su hijo había desaparecido. "Tenía mucho miedo que mi hijo no estaba", afirmó. "Así que acabé con toda mi casa... saqué todo del armario, levanté las camas", trató de explicar.
Los niños presentaban numerosas heridas que, según dijeron las autoridades, fueron aparentemente producidas porque les disparaban con una escopeta de aire comprimido (con balines).
Sin embargo, los menores no necesitaron atención médica inmediata al ser separados de sus padres. "No tienen huesos rotos, ni cicatrices mayores", dijo la madre al frente de la casa para argumentar que los menores no habían sido torturados. "Mis niños se golpean, se hacen moratones y aruñazos porque son niños, eso es todo", insistió.
La mujer trató de convencer este lunes a los medios de que los menores vivían en buenas condiciones y para ello les abrió las puertas de la casa para que vieran cómo vivían.
Las cámaras de televisión captaron una casa con paredes gastadas, un baño con escrementos –aparentemente de animales– por todo el piso, y cuartos desordenados. Según dijo, todos dormían en una misma habitación y tenían las cunas guardadas en un armario. El resto de los cuartos los usaban como salón de juego, dormitorio y una sala de meditación.
"Quiero a mis hijos... y mi marido también", afirmó Rogers. "Tiene muchos tatuajes... su apariencia da algo de miedo por lo que es fácil pensar que es un monstruo, pero no lo es", continuó.
Según dijo, tanto ella como su esposo provienen de familias desestructuradas y por eso quisieron formar una gran familia. Sin embargo, cree que están siendo juzgados por tener tantos hijos y educarlos ellos mismos en la casa.
