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Oaxaqueñas disruptivas con proyectos que luchan contra la vi0lencia

Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

Disruptivas, revolucionarias, con miedos, con rabia, pero también con valentía y fuerza para hacer frente a las violencias, así son las integrantes de La Madriguera y la Escuela para la Libertad de las Mujeres, dos proyectos que, desde el conocimiento y la reflexión, desafían al patriarcado.  

Naxhielli Arreola, Victoria Isabel y Arely forman parte de la equipa de trabajo de la Escuela para la Libertad de las Mujeres (ELM), espacio que a lo largo de nueve años y 16 generaciones ha sembrado autonomía en más de 500 mujeres.

Fue en 2014 cuando la ELM nació. 

En un inicio se planteó como un lugar en donde las mujeres pudieran aprender oficios no tradicionales como plomería, herrería y carpintería.  La idea evolucionó para incluir aspectos teóricos, grupos de autoconciencia, autodefensa y áreas técnicas, herramientas para que las mujeres cosecharan libertad.

“Oaxaca ya era una tierra fértil para este tipo de proyectos. Ya había organizaciones como GESMujer y Consorcio que llevan años. Entonces el proyecto de la Escuela para la Libertad de las Mujeres logra surgir gracias a esta tierra ya labrada. Esa es una de las razones por las cuales este proyecto logró florecer”, señala Naxhielli Arreola.

La escuela ofrece un espacio exclusivo para mujeres, desde aquellas sin acercamiento previo al feminismo hasta aquellas con trayectorias feministas establecidas. 

Es un lugar de encuentro, que genera vínculos entre las participantes e impulso para realizar cambios en sus vidas. La percepción de sí mismas y su valor personal logra transformarse a medida que se encuentran y se espejean con otras mujeres.

A veces llegamos a pensar que solamente a nosotras nos pasan ciertas cosas, entonces cuando te encuentras con otras mujeres, pues obviamente también te da fuerza para hacer cambios en tu propia vida. Tejer con otras, espejearte con otras, eso hace que tomes otro tipo de decisiones”, expresa Victoria.

La escuela ha contribuido significativamente a través de procesos formativos y educativos. Es un espacio abierto y continuo que acoge a mujeres con diversos niveles de conocimiento sobre el feminismo. Facilita encuentros, fortalece vínculos y promueve cambios desde la toma de decisiones hasta la redefinición de relaciones y la imposición de límites, agrega.

La Escuela para la Libertad de las Mujeres ha superado desafíos temporales, como la incertidumbre financiera. 

La pandemia, con su traslado a la virtualidad, presentó nuevos retos, pero la adaptación exitosa y el compromiso de las participantes y talleristas han sostenido a flote esta iniciativa que se planta como una aportación a la erradicación de la violencia contra las mujeres.

La Madriguera, una guarida segura frente a la violencia  

“La Madriguera es un salvavidas, es un espacio que salva, en donde puedes aprender, encontrarte con nuevas formas de pensar sin panfletos, para sentirse y estar segura porque además podemos hacer redes y relacionarnos entre nosotras. Cuando entré le decía la conspiración porque realmente así es como se hace una revolución”, expresa María Alférez, al explicar lo que representa este espacio en la vida de sus integrantes.

La vida de la Madriguera inició hace más de seis años como un espacio pensado para la reflexión y el intercambio de experiencias de vida de las mujeres, resonar en las otras, saberse acompañada y sanar juntas frente a las distintas formas de violencias y opresiones que viven las mujeres en Oaxaca. Así, de manera periódica se reúnen para charlar de distintos temas que van desde el amor romántico hasta temas como la gordura, la espiritualidad y el racismo. Cada encuentro es una oportunidad para explorar, aprender y construir una comunidad sólida.

“Nos dimos cuenta de la potencia que tenía crear espacios de mujeres para conversar de nuestras vidas, pero desde una mirada que nos ayude a reconocer esas violencias, las desigualdades, a espejearnos, tratando de contrarrestar la tendencia a la competencia. Es un espacio en donde no se emiten juicios, en donde nadie sabe más que nadie, lo que existen son experiencias de vida. Eso en la escucha se vuelve algo profundamente revolucionario, pero en lo íntimo, en nuestra capacidad de escucharnos, reconocernos”, explica Daniela García. 

La Madriguera no solo aborda la violencia pública, sino que también reconoce las batallas privadas e internas. 

Es un espacio seguro para compartir experiencias sin miedo al juicio, donde la empatía y el amor guían la contención.

A lo largo del tiempo, La Madriguera ha evolucionado, convirtiéndose en un refugio que transforma discursos, en donde las mujeres se encuentran y se reflejan en historias compartidas, tejiendo así redes de apoyo.

“La Madriguera es un espacio seguro, un espacio amoroso y cuidado, una red de mujeres que están haciendo muchas cosas en los espacios en los que están. 

Transformar los discursos y darnos cuenta que no estamos solas es algo vital”, afirma Estefany Cuevas Ramírez.

El espacio no es terapéutico, pero la colectivización de experiencias ofrece fuerza para nombrar y reconocer la violencia. 

La iniciativa se convierte así en una apuesta contra la violencia, brindando herramientas para enfrentarla.

En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que se conmemora el 25 de noviembre, es importante destacar las iniciativas construidas desde las mujeres organizadas para hacer frente a las distintas formas de violencia.

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