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Aquí en Yatzeche siempre es lo mismo

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

Santa Inés Yatzeche, Zimatlán.- Dos galeras continuas son la techumbre de tres cuartos de lámina y carrizo, con un piso de tierra del que apenas han terminado de extraer el lodo que con las lluvias de inicios de septiembre inundó su precaria casa.


En el predio de 24 por 60 metros cuadrados, que Marcelina Alicia Ruiz Alvarado, una mujer de 78 años, posee en la calle de Hidalgo, viven dos familias. En total siete integrantes cuyos rostros reflejan la pobreza que sólo en etapas de emergencia o épocas electorales recibe paliativos.
 


Furia y olvido


La furia del agua del Río Atoyac la hizo abandonar su casa, donde todo se convirtió en una laguna. A la semana siguiente, cuando volvieron del albergue temporal, el lodo lo inundaba todo y aún no han terminado de limpiar.


 


Santa Inés Yatzeche

Significa "Piedra que suena" que proviene del vocablo zapoteco "Yiee-Rzche".

Se localiza en la región de Valles Centrales

Pertenece al Distrito de Zimatlán

Se ubica a 30 kilómetros de distancia de la ciudad de Oaxaca

2.19 km2 de superficie

Lo atraviesa el Río Atoyac


 


Los rastros de la inundación están en las calles. El polvo que siempre existía se incrementó. Si no hay pavimento, las calles aún lucen echarcadas.


En las entradas de las casas permanecen los costales con arena con que se buscó atajar el paso del agua.


Después del 9 de septiembre el agua no ha vuelto a cubrir esta población, donde la mayoría de sus habitantes habla zapoteco.


La presidenta municipal, María de Jesús Saveche Martínez, reconoce que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha hecho los arreglos al bordo del río para que el agua no vuelva a salirse, pero han sido issuficientes.


 



Crecer entre la pobreza que le acompañará toda su vida. FOTO: Emilio Morales Pacheco

 


Otros sí, éste no


Acceder a los recursos del Fondo Nacional de Desastres (Fonden), una vez que se declare al municipio zona emergencia, es la única medida posible que ve para que se elabore y ejecute un proyecto con una solución a fondo o a mediano plazo, como construir un bordo en el río.


Reprocha que otros 14 municipios hayan obtenido ya esa declaratoria y Yatzeche no: “Esperamos los resultados de la declaratoria de desastre para el municipio de Santa Inés porque se inundó en su totalidad”.


Se dijo preocupada de no contar con el apoyo del Fonden “para hacerle arreglos al bordo del río, con un proyecto especializado”, para solucionar un problema reiterado en la temporada de lluvias.


 



Costales de arena que sirvieron para evitar la inundación, aún en las calles. FOTO: Emilio Morales Pacheco

 


Antes de septiembre de este año, inundaciones similares se registraron una en 2010 y otra en 2011, porque “siempre es lo mismo, medio se desasolva el río, pero el agua se lleva los costales de arena que se colocan”.


Por sí mismo el municipio no puede finiquitar el problema.


 


Sólo recibimos 2.3 millones de pesos de participaciones municipales



 


En mayor o menor medida, el agua se metió en las 250 casas que aquí existen, “si acaso a unas 15 casas no les entró”. La emergencia afectó a los 960 habitantes.
 


Cultivos perdidos


En el campo -motor de una limitada actividad productiva-, resultaron dañadas cien hectáreas donde se cultivaron maíz, frijol y alfalfa.


Las aseguradoras constataron daños, pero la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) no ha dicho cuánto ni cuándo se va a “apoyar con algo” para que los campesinos vuelvan a sembrar sus tierras y aprovechen “la humedad que aún tiene el río”.


Está pendiente también que les autoricen recursos de empleo temporal, “para que la misma gente pueda limpiar las calles, casas y el campo”.


Si los hombres se dedican a la agricultura o algún oficio como la albañilería, las mujeres a la elaboración comercialización de tortillas hechas a mano, aunque la mayor parte se vaya en gastos y queden 20 pesos de ganancias.


“Eso nos sirve para comprar un poco de huevo o carne y completar con lo que nos dan de Prospera o lo que todavía tenemos de las despensas que nos dieron”, relata Diana Laura Rafael Santos, la más joven de cuatro mujeres que viven en casa de Marcelina.


Hacer tortillas, al igual que hablar en zapoteco, es parte de los cambios en la vida de Diana desde hace un año, cuando llegó a vivir con la familia de su esposo Valentín.


 



Con paliativos oficiales las personas han podido construir cuartos precarios. FOTO: Emilio Morales Pacheco

 


¿Apoyos?


 


La joven, quien se convirtió en madre a los 16 años, recuerda cómo en los primeros días de septiembre el agua del Río Atoyac se metió en su casa, no una, sino tres veces.


Esa agua les arrojó a un refugio temporal. Recibieron apoyos, una despensa, después otras, kits de aseo personal, cobijas y colchonetas que de nada sirven si el agua les vuelve a inundar.


De los refrigeradores, cocinas y tantas cosas que escucharon en una nube de promesas en medio de la emergencia no han visto nada.


Poco a poco vuelven a recobrar el mismo panorama sombrío, ese donde el olvido les borra el rostro.


Mientras no vuelva a haber una emergencia, son otra vez invisibles a las autoridades estatales y federales.


De ese olvido quizá salgan cuando las campañas electorales inicien. El temor a la inundación, junto con su precariedad, sigue estando ahí, inamovibles, intocables.

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