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"La danza, una manera de conectar": comparte Rosario Ordóñez en Oaxaca

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Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

Rosario Ordóñez Fuentes (Tehuantepec, Oaxaca, 1973) ha dedicado tres décadas de su vida a la danza y ha impulsado no sólo la profesionalización de la misma en y desde Oaxaca; cree en las futuras generaciones. En entrevista, la bailarina y coreógrafa afirma que la danza es la mejor manera de conectar con ella misma, con su comunidad y con el universo.

Hoy, en el Día Internacional de la Danza, hace una reflexión después de un recorrido de 30 años, los cuales define que ha vivido como estudiante, creadora del proyecto Invernadero Danza, gestora, ahora mismo cerrando un proyecto de tres años como creadora escénica con trayectoria y con la experiencia de dirigir el primer Festival de Danza y Sanación de la Ciudad de Oaxaca, celebrado en la ciudad en noviembre de  2023.  

“Este año he regresado a reconectar en la creación y en la comunidad; proyectos que siempre me han interesado y que, creo, primero tenía que vivir, experimentar, todo lo anterior para poder volver a hacerme las mismas preguntas: quién soy, qué estoy buscando hoy y por qué la danza”.

 

 

En esta etapa en la que toma con entusiasmo nuevos comienzos, Rosario Ordóñez comparte sobre el nuevo proyecto que tiene: “escribí un texto para acercarme a mi madre, a mi lengua madre, porque no aprendí a hablar zapoteco, en el que me cuestiono acerca de mi piel, de mi oscuridad, de lo que significa hablar zapoteco para mí y de lo que no soy capaz de mirar”. 

Este nuevo proceso la lleva hoy a celebrar la libertad con la que se mueve física, emocional y mentalmente. A celebrar todo lo que ha aprendido en este camino llamado danza. Comparte que cada día celebra su despertar y toma la posibilidad de seguir eligiendo a la danza como su oficio y como su vida.

Al preguntarle cuál es su apreciación de la danza en Oaxaca, apunta que la encuentra “fracturada y un tanto dividida; olvidamos que todos somos columnas que sostenemos un proyecto más grande que es el de la danza donde crecerán las siguientes generaciones, con nuevas ideas, formas y profundidades”.

 

 

Una nueva etapa

La bailarina, gestora y productora, valora hoy más que nunca, así como se emociona al ser parte de proyectos con niños, preadolescentes y estudiantes de danza que los mantienen inspirados.

“He tenido la oportunidad de colaborar con mi comunidad, en mi colonia, en proyectos para los niños y es el momento para seguir explorando y creando desde esos espacios”.

Afirma con humildad: “No soy maestra, pero quiero serlo; no quiero enseñar a bailar, quiero compartir experiencias de vida, vivencias con ellos mismos, con lo que son, con otras posibilidades de experimentar la vida. Quiero seguir aprendiendo a través de los niños y del reacercamiento a mi comunidad y a  mi lengua madre”.

 

 

Rosario Ordóñez hace un hincapié en el hecho de que gracias a los 30 años que lleva en este camino del baile e Invernadero Danza, le han permitido ver todo esto que comparte en la entrevista. 

Cierta de que en ocasiones los seres humanos se esfuerzan mucho para lo que creen importante, necesario, profundo, sensible, inteligente o humano; confirma que intentarlo es lo valioso, porque entonces no hay equivocación, aunque en ocasiones al intentarlo se termine confundidos. 

“La energía que tengo para la danza no se ha agotado, sólo se ha transformado y no quiero ser yo quien le ponga palabras a lo construido, más bien quiero seguir edificando no hacia arriba, sino hacia los alrededores, y de adentro hacia afuera, generar nuevas preguntas sobre mi identidad y tal vez encontrar otras posibilidades infinitas, de existir, para mí. Un abrazo a todos mis colegas de la danza. Los felicito a todos hoy”. 

 

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